Incertidumbre política en Costa Rica y El Salvador
Año 7. Edición número 30
4. Domingo 16 de Marzo de 2014
Por
Ricardo Romero Politólogo. UBA/Unsam
Unos ganan por poco, y un alto porcentaje de abstenciones que cuestionan de fondo su representatividad, los otros llegan al nocaut técnico por abandono del contrincante, que se retira pero deja un manto de dudas sobre la confianza en el futuro mandato.
Tanto Costa Rica como El Salvador tuvieron su primera ronda electoral el 2 de febrero pasado. Con contendientes claros, parecía que los ballottages debían sentenciar a los presidentes, sin embargo se complicaron. En El Salvador, la segunda elección se desarrolló el domingo pasado y, tras la ajustada diferencia de 6.634 votos, aún no tiene proclamado un ganador, por lo que el Tribunal Supremo Electoral será el responsable de hacer el anuncio final, bajo la presión de denuncias de fraude y manipulación por parte de la oposición. En tanto que en Costa Rica, si bien el candidato oficial se bajó de la contienda, por prescripción del artículo 138 de la Constitución Política la segunda vuelta deberá realizarse igual el próximo 6 de abril, con sospechas sobre cómo se desarrollarán esos comicios con la ausencia de un contendiente. Esta situación deja incertidumbres sobre la estabilidad política de ambos países, porque más allá de quien resulte finalmente nominado, su legitimidad queda afectada por los procesos de elección.
El Salvador. Los resultados de la primera vuelta sentenciaron que ningún postulado logró la mayoría absoluta de los votos emitidos para ser electo presidente, tal como lo establece el artículo 216 del Código Electoral de este país, por lo que se desarrolló una segunda elección, con los dos candidatos más votados, dentro de los treinta días de la anterior, conforme al artículo 80 de la Constitución Nacional, acto que se produjo el pasado 9 de marzo.
Los contendientes de esa jornada del 2 de febrero fueron: por un lado, Salvador Sánchez Cerén, del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), que obtuvo 1.305.462 votos (48,93%) de los votos emitidos; y por otro, Norman Quijano de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que se llevó 1.039.275 (38,95%). En tanto que estuvieron secundados por el ex presidente Elías Antonio Saca González –del Movimiento Unidad–, que tuvo el apoyo de la Gran Alianza Nacional por la Unidad Nacional (GANA), formada por el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), logrando 305.294 (11,44%) de los sufragios. Cerraron la participación el candidato del Partido Salvadoreño Progresista-PSP, René Rodríguez, con 11.324, y Oscar Morales, de la Fraternidad Patriótica Salvadoreña-FPS, con 6.917 apoyos.
Como novedad, estas elecciones tuvieron la aprobación del voto epistolar, por lo que 10.337 salvadoreños residentes en el exterior se inscribieron en el padrón electoral, una cantidad ínfima de los casi 2,5 millones que viven fuera del país, especialmente en Estados Unidos, pero que resultaban clave en el resultado electoral de la segunda vuelta donde la diferencia entre ambos candidatos es de poco más de seis mil votos. Más allá de eso, votaron sólo 1.756 habilitados, siguiendo la tendencia de alta abstención. Como dato, en las elecciones de los 4.955.107 habilitados para votar, lo hizo el 55,33%, punto que dejó un panorama incierto para la segunda vuelta.
La contienda entre Salvador Sánchez Cerén (FMLN) y Norman Quijano (Arena) sostiene una división del país que viene de la guerra Civil. Porque Arena surge como respuesta a la insurgencia del FMLN, que había comenzado la lucha armada en el contexto de la Revolución Sandinista en la vecina Nicaragua. Fundado por la empresaria y terrateniente Mercedes Gloria Salguero y el militar Roberto D’Aubisson, uno de los mentores del asesinato del Monseñor Romero, hecho que desató un enfrentamiento que duró 12 años (1980-1992) y concluyó con un acuerdo de paz y la constitución del FMLN como partido político. Uno de los responsables de llevar adelante esos acuerdos de paz fue Salvador Sánchez Cerén, conocido como el comandante Leonel, ex maestro de escuela que se sumó a las Fuerzas Populares de Liberación durante los años setenta (que luego convergería en el FMLN con otras cinco organizaciones) y luego sería varias veces diputado hasta ser designado vicepresidente de Mauricio Funes.
Los diez puntos de diferencia parecían sentenciar el resultado de la segunda vuelta; sin embargo, el alto nivel de abstención de la primera hacía incierto el panorama, porque Sánchez Cerén debía seducir votos que son tendencialmente de derecha, especialmente del tercer candidato, el ex presidente Antonio Saca, del Movimiento Unidad, y evitar que se profundice la deserción de electores que favorecía el acercamiento de Quijano. Finalmente, las urnas decretaron un resultado con una diferencia exigua, donde si bien Sánchez Cerén logró sumar 184.802 votos, pasó de 1.305.462 a 1.490.264, tuvo el emparde de Quijano, que aumentó 444.449 sufragios, subiendo de 1.039.275 a 1.483.724, dando la mínima diferencia de 6.634 apoyos, dejando al Tribunal Supremo Electoral sin la posibilidad de consagrar un candidato hasta el conteo definitivo. Observando el mapa electoral, Sánchez Cerén, que había ganado en 13 de los 14 departamentos que componen El Salvador, sólo había sido derrotado en Cabañas, en esta ocasión vuelve a perder allí y también en San Salvador (ciudad capital), Santa Ana, La Libertad, La Unión, Chalatenango y Cuscatlan; mientras que retiene la victoria en San Miguel, Usulutan, Sonsonate, La Paz, Ahuachapan, Morazan y San Vicente.
Inmediatamente, amparándose en el artículo 18 de la Constitución, el presidente de la Arena, Jorge Velado, y el candidato a la vicepresidencia, René Portillo Cuadra, presentaron ante el Tribunal Supremo Electoral el pedido de realizar un conteo voto a voto de todas las urnas, acción que fue secundada por algunos “ciudadanos” como Roberto D’Abuisson, Roberto Romero y Gerardo Suvillaga. Esta solicitud fue rechazada por el TSE que se dispuso a realizar el escrutinio definitivo a partir de las actas presentadas y a resolver cuestiones de impugnaciones y reclamos, para dar el resultado final, porque según el Código Electoral el conteo voto a voto sólo se da cuando las impugnaciones son mayores a la diferencia de votos, que en este caso llegan a 4.191 votos frente a la ya mencionada brecha de 6.634. Ante esta situación, Arena decidió retirarse del escrutinio final y pidió la anulación de las elecciones del 9 de marzo. En tanto que además de las impugnaciones, Norman Quijano y René Portillo Cuadra sostienen que el FMLN obtuvo 20 mil votos dobles gracias a que los fiscales del partido en los centros de votación ejercieron el sufragio en dos lugares distintos, en su lugar de registro y en su lugar de fiscalización. Además, denuncian más de 19 mil votos que según ellos las juntas receptoras clasificaron arbitrariamente como nulos. Por eso, Arena convocó a sus militantes que se congregaron en el centro de la ciudad.
A su vez, Quijano tuvo el infortunio de sostener que “las Fuerzas Armadas están pendientes del fraude que se está fraguando”, algo que fue tomado como un llamado golpista y tuvo la inmediata respuesta del ministro de la Defensa Nacional, David Munguía Payés, que aseguró que la institución respetará los resultados que emita el Tribunal Supremo Electoral, y descartó que se esté “fraguando” un golpe de Estado. En un comunicado leído en una conferencia de prensa amplió que la Fuerza Armada “se compromete a respetar los resultados” y “bajo ninguna circunstancia se prestará a la manipulación de persona o grupo alguno, que pretenda instrumentalizarla o influenciarla, para objetivos que atenten contra la voluntad del pueblo salvadoreño”.
En tanto que si bien el TSE decidió no proclamar ningún candidato hasta este domingo, cuando finalice el conteo final, los resultados preliminares expuestos en el centro de cómputos muestran que de las 10.445 actas escrutadas, Sánchez Cerén-FMLN alcanzó el 50,11 %, en tanto que el candidato Norman Quijano-Arena obtuvo el 49,89%, lo que marca una diferencia de 0,22%, que coincide con los del recuento preliminar objetado por la oposición. Así, en términos absolutos, el candidato oficialista llega a 1.494.144 de los votos y el opositor 1.487.510, que mantiene la diferencia de 6.634 sufragios, por lo que se ratificaría la consagración de Sánchez Cerén como presidente de la República, porque es superior a los votos impugnados por resolver.
Sin embargo, el TSE todavía no oficializa la proclamación de Sánchez Cerén como presidente porque debe resolver los seis recursos interpuestos por Arena. Más allá de eso, desde el jueves, los militantes del FMLN atrincherados en un Hotel de San Salvador festejaron la ratificación del triunfo con gritos, cantos y abrazos. De hecho, convocaron a una celebración de la victoria este sábado en una plaza de la capital salvadoreña, anunciada por el secretario de comunicaciones y diputado del partido, Roberto Lorenzana, impulsada desde su cuenta de Twitter. Sorteando este traspié, el actual vicepresidente salvadoreño y ex comandante del FMLN, Sánchez Cerén, será instituido como presidente el próximo 1° de junio para el período 2014-2019. El triunfo del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) tiene un doble impacto: por un lado, a nivel regional marca la continuidad de vitoria de los gobiernos populares en América latina, desde Chávez a la fecha. A su vez, su victoria consolida un proyecto político propio, al elegir a un candidato de pura cepa, porque en las elecciones pasadas postuló a Mauricio Funes, un periodista independiente que no pertenecía al FMLN.
Los contendientes de esa jornada del 2 de febrero fueron: por un lado, Salvador Sánchez Cerén, del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN), que obtuvo 1.305.462 votos (48,93%) de los votos emitidos; y por otro, Norman Quijano de la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) que se llevó 1.039.275 (38,95%). En tanto que estuvieron secundados por el ex presidente Elías Antonio Saca González –del Movimiento Unidad–, que tuvo el apoyo de la Gran Alianza Nacional por la Unidad Nacional (GANA), formada por el Partido de Conciliación Nacional (PCN) y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), logrando 305.294 (11,44%) de los sufragios. Cerraron la participación el candidato del Partido Salvadoreño Progresista-PSP, René Rodríguez, con 11.324, y Oscar Morales, de la Fraternidad Patriótica Salvadoreña-FPS, con 6.917 apoyos.
Como novedad, estas elecciones tuvieron la aprobación del voto epistolar, por lo que 10.337 salvadoreños residentes en el exterior se inscribieron en el padrón electoral, una cantidad ínfima de los casi 2,5 millones que viven fuera del país, especialmente en Estados Unidos, pero que resultaban clave en el resultado electoral de la segunda vuelta donde la diferencia entre ambos candidatos es de poco más de seis mil votos. Más allá de eso, votaron sólo 1.756 habilitados, siguiendo la tendencia de alta abstención. Como dato, en las elecciones de los 4.955.107 habilitados para votar, lo hizo el 55,33%, punto que dejó un panorama incierto para la segunda vuelta.
La contienda entre Salvador Sánchez Cerén (FMLN) y Norman Quijano (Arena) sostiene una división del país que viene de la guerra Civil. Porque Arena surge como respuesta a la insurgencia del FMLN, que había comenzado la lucha armada en el contexto de la Revolución Sandinista en la vecina Nicaragua. Fundado por la empresaria y terrateniente Mercedes Gloria Salguero y el militar Roberto D’Aubisson, uno de los mentores del asesinato del Monseñor Romero, hecho que desató un enfrentamiento que duró 12 años (1980-1992) y concluyó con un acuerdo de paz y la constitución del FMLN como partido político. Uno de los responsables de llevar adelante esos acuerdos de paz fue Salvador Sánchez Cerén, conocido como el comandante Leonel, ex maestro de escuela que se sumó a las Fuerzas Populares de Liberación durante los años setenta (que luego convergería en el FMLN con otras cinco organizaciones) y luego sería varias veces diputado hasta ser designado vicepresidente de Mauricio Funes.
Los diez puntos de diferencia parecían sentenciar el resultado de la segunda vuelta; sin embargo, el alto nivel de abstención de la primera hacía incierto el panorama, porque Sánchez Cerén debía seducir votos que son tendencialmente de derecha, especialmente del tercer candidato, el ex presidente Antonio Saca, del Movimiento Unidad, y evitar que se profundice la deserción de electores que favorecía el acercamiento de Quijano. Finalmente, las urnas decretaron un resultado con una diferencia exigua, donde si bien Sánchez Cerén logró sumar 184.802 votos, pasó de 1.305.462 a 1.490.264, tuvo el emparde de Quijano, que aumentó 444.449 sufragios, subiendo de 1.039.275 a 1.483.724, dando la mínima diferencia de 6.634 apoyos, dejando al Tribunal Supremo Electoral sin la posibilidad de consagrar un candidato hasta el conteo definitivo. Observando el mapa electoral, Sánchez Cerén, que había ganado en 13 de los 14 departamentos que componen El Salvador, sólo había sido derrotado en Cabañas, en esta ocasión vuelve a perder allí y también en San Salvador (ciudad capital), Santa Ana, La Libertad, La Unión, Chalatenango y Cuscatlan; mientras que retiene la victoria en San Miguel, Usulutan, Sonsonate, La Paz, Ahuachapan, Morazan y San Vicente.
Inmediatamente, amparándose en el artículo 18 de la Constitución, el presidente de la Arena, Jorge Velado, y el candidato a la vicepresidencia, René Portillo Cuadra, presentaron ante el Tribunal Supremo Electoral el pedido de realizar un conteo voto a voto de todas las urnas, acción que fue secundada por algunos “ciudadanos” como Roberto D’Abuisson, Roberto Romero y Gerardo Suvillaga. Esta solicitud fue rechazada por el TSE que se dispuso a realizar el escrutinio definitivo a partir de las actas presentadas y a resolver cuestiones de impugnaciones y reclamos, para dar el resultado final, porque según el Código Electoral el conteo voto a voto sólo se da cuando las impugnaciones son mayores a la diferencia de votos, que en este caso llegan a 4.191 votos frente a la ya mencionada brecha de 6.634. Ante esta situación, Arena decidió retirarse del escrutinio final y pidió la anulación de las elecciones del 9 de marzo. En tanto que además de las impugnaciones, Norman Quijano y René Portillo Cuadra sostienen que el FMLN obtuvo 20 mil votos dobles gracias a que los fiscales del partido en los centros de votación ejercieron el sufragio en dos lugares distintos, en su lugar de registro y en su lugar de fiscalización. Además, denuncian más de 19 mil votos que según ellos las juntas receptoras clasificaron arbitrariamente como nulos. Por eso, Arena convocó a sus militantes que se congregaron en el centro de la ciudad.
A su vez, Quijano tuvo el infortunio de sostener que “las Fuerzas Armadas están pendientes del fraude que se está fraguando”, algo que fue tomado como un llamado golpista y tuvo la inmediata respuesta del ministro de la Defensa Nacional, David Munguía Payés, que aseguró que la institución respetará los resultados que emita el Tribunal Supremo Electoral, y descartó que se esté “fraguando” un golpe de Estado. En un comunicado leído en una conferencia de prensa amplió que la Fuerza Armada “se compromete a respetar los resultados” y “bajo ninguna circunstancia se prestará a la manipulación de persona o grupo alguno, que pretenda instrumentalizarla o influenciarla, para objetivos que atenten contra la voluntad del pueblo salvadoreño”.
En tanto que si bien el TSE decidió no proclamar ningún candidato hasta este domingo, cuando finalice el conteo final, los resultados preliminares expuestos en el centro de cómputos muestran que de las 10.445 actas escrutadas, Sánchez Cerén-FMLN alcanzó el 50,11 %, en tanto que el candidato Norman Quijano-Arena obtuvo el 49,89%, lo que marca una diferencia de 0,22%, que coincide con los del recuento preliminar objetado por la oposición. Así, en términos absolutos, el candidato oficialista llega a 1.494.144 de los votos y el opositor 1.487.510, que mantiene la diferencia de 6.634 sufragios, por lo que se ratificaría la consagración de Sánchez Cerén como presidente de la República, porque es superior a los votos impugnados por resolver.
Sin embargo, el TSE todavía no oficializa la proclamación de Sánchez Cerén como presidente porque debe resolver los seis recursos interpuestos por Arena. Más allá de eso, desde el jueves, los militantes del FMLN atrincherados en un Hotel de San Salvador festejaron la ratificación del triunfo con gritos, cantos y abrazos. De hecho, convocaron a una celebración de la victoria este sábado en una plaza de la capital salvadoreña, anunciada por el secretario de comunicaciones y diputado del partido, Roberto Lorenzana, impulsada desde su cuenta de Twitter. Sorteando este traspié, el actual vicepresidente salvadoreño y ex comandante del FMLN, Sánchez Cerén, será instituido como presidente el próximo 1° de junio para el período 2014-2019. El triunfo del Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) tiene un doble impacto: por un lado, a nivel regional marca la continuidad de vitoria de los gobiernos populares en América latina, desde Chávez a la fecha. A su vez, su victoria consolida un proyecto político propio, al elegir a un candidato de pura cepa, porque en las elecciones pasadas postuló a Mauricio Funes, un periodista independiente que no pertenecía al FMLN.
Costa Rica. Si bien en este país, para ser electo presidente de la república se debe obtener el 40% de los votos válidos emitidos, tal como lo establece la Constitución Política en su artículo 138, las elecciones que se llevaron a cabo el primer domingo de febrero como lo fija el artículo 133 de esa misma carta magna, dieron como resultado la necesaria realización de una segunda vuelta electoral, conforme al artículo 209 del Código Electoral, que estaría fijada para el día 9 abril de este año. Desde la promulgación de la Segunda República en 1949, se realizaron 16 elecciones para elegir al presidente, los dos vicepresidentes y los diputados de la Asamblea Legislativa (por primera vez no se votaron regidores municipales porque una reforma del Código Municipal en 2008 las unificó con las elecciones de autoridades municipales) y las primeras en las cuales pudieron votar costarricenses en el exterior (unos 9.000 empadronados).
Contra todos los pronósticos, el candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), el politólogo e historiador Luis Guillermo Solís Rivera, obtuvo 484.465 votos (30,84%), ganándole al oficialista Johnny Araya Monge, ingeniero y candidato del Partido de la Liberación Nacional (PNL), que cosechó 465.656 sufragios (29,64%) y desplazando del ballottage al favorito de las encuestas, el izquierdista del Frente Amplio (FA), dirigente ambientalista José María Villalta Florez-Estrada, quien se llevó la preferencia de 269.223 electores (17,14%). En tanto que cierran la lista de distribución de votos: Otto Guevara del Movimiento Libertario (ML) con 176.194 (11,22%); Rodolfo Piza Rocafort, del legendario Partido Unidad Social Cristina (PUSC), con 94.463 (6,01%), y José Miguel Corrales Bolaños, del Partido Patria Nueva, con sólo 23.591 (1,5%). Como ningún candidato obtuvo el 40% debería realizarse la segunda ronda el próximo 6 de abril. A la vez, se observa que el PAC ganó en cuatro provincias (Alajuela, Heredia, San José y Cartago), las más pobladas, en tanto que el PLN venció en tres (Limón, Guanacaste y Punta Arenas), con la menor cantidad de representantes.
La característica de estas elecciones es que es la segunda vez que se necesita una segunda ronda (la anterior fue en 2002), además es la primera vez en que el PAC es el partido más votado, siendo la primera ocasión que no gana un partido tradicional como el PLN o el PUSC, o sea las corrientes del calderonismo o del liberalismo. Además, el Frente Amplio se convierte en el principal partido de izquierda de la historia de Costa Rica, superando la legendaria elección de 9,8% de Manuel Mora Valverde del Partido Comunista Costarricense en 1940.
Comenzada a rodar la campaña de cara al ballottage, los ex candidatos José María Villalta - FA y Otto Guevara ML manifestaron que no apoyarán a ningún candidato, en tanto que Rodolfo Piza sostuvo que meditaría su voto según algunos valores, especialmente en temas como aborto, matrimonio homosexual o fecundación in vitro, temas que pesan sobre un electorado cristiano. A sabiendas de esto, la campaña de Araya comenzó de forma agresiva con un fuerte conservadurismo, manifestando su oposición férrea a estos puntos. Sin embargo, Solís recibió la adhesión del ex presidente socialcristiano Abel Pacheco de la Espriella, que adujo que éste era el más cercano a la doctrina social de la iglesia. Es que el PAC tampoco está a favor del aborto ni del matrimonio homosexual, aunque sí apoya un proyecto de ley de sociedades de convivencia que legalizaría las uniones de parejas del mismo sexo con una figura diferente al matrimonio.
Un actor clave que estuvo presente en estas semanas fue la Iglesia Católica que había sacado previo a las elecciones un libro titulado Rehabilitar la Política. Algunos criterios éticos para iluminar el proceso electoral y la vida democrática, que afirma el contundente rechazo a proyectos como los del PAC, y que fue denunciado en el Tribunal Supremo de Elecciones por parte de militantes de ese partido. Sin embargo, dicho órgano dictaminó que la Iglesia Católica tiene derecho a tomar posición sobre problemas sociales del país. Por esta razón, se estaba pendiente de un posible pronunciamiento que al final no llegó por el retiro de Araya de la contienda electoral.
Corridas las semanas, una divulgación de una encuesta de cara a la segunda ronda electoral, que indica que el candidato del PAC, Luis Guillermo Solí, tiene una preferencia del 64,4% frente al 20,9% del candidato del PNL, Johnny Araya, marcando una amplia ventaja, provocó la renuncia a las aspiraciones del candidato oficialista; sin embargo, el artículo 138 de la Constitución Política impide a los candidatos presidenciales retirarse de la contienda.
Al presentarse esta situación se replantea todo el panorama, porque revive un escenario que se produje en Costa Rica en las elecciones de febrero de 1932, donde quedaron electos para la segunda ronda Ricardo Jiménez Oreamuno en primer lugar y Manuel Castro en segundo. Como éste último renunció a su derecho a participar del ballottage, el Congreso Constitucional optó por nombrar como Primer Designado a la Presidencia a Ricardo Jiménez Oreamuno y lo convocó a desempeñar la primera magistratura durante el período 1932-1936. Esta salida se hace difícil en la actualidad, porque el parlamento costarricense está fragmentado; en la última elección, el PAC no obtuvo siquiera la primera minoría, quedó con 13 escaños de los 57 de la Cámara frente a 18 del PLN. En tanto que el FA obtuvo 9, el PUSC 8, el ML 4, PRC 2 y el resto uno cada uno; la posibilidad de constituir una mayoría que nomine a Solís se vuelve remota. Incluso, esta formación del parlamento pone grandes dificultades para el próximo gobierno.
Algunos analistas sostienen que en realidad esto es una estrategia de Araya para sortear la campaña electoral. Al quedarse sin recursos, porque ya utilizó ¢ 3.500 M de colones, de los ¢ 4.500 M permitidos, por lo que quedó en desventaja del PAC que dispone de ¢3.000 M, porque sólo utilizó ¢1.500 M en la primera ronda. Se entiende así, que Araya retomaría la campaña a fin de marzo y buscaría capitalizar la desmovilización política, en un escenario de alta abstención electoral. De hecho, ya comienzan las tensiones, porque el diario Extra publicó fotos de las supuestas boletas de votación presidencial que se usarían en la segunda vuelta, sin embargo el TSE salió a desmentir que se hayan publicado ya la papeleta oficial. Incluso, las autoridades del TSE señalaron que se proyecta incorporar nuevos componentes de seguridad en las boletas a utilizar e investigará el caso de las que están circulando. En este en sentido, el proceso continúa hasta el 6 de abril.
Para otras figuras políticas, la renuncia de Araya era previsible ante el escenario electoral, tal como señaló Otto Guevara de ML: “Vender un proyecto político que era una extensión de Laura Chinchilla, actual presidenta, era imposible que tuviera éxito”, afirmó. En la misma línea, el ex presidente Rafael Ángel Calderón, ex presidente 1990-1994, dijo que “hubiera hecho lo mismo” si se encontrase en las mismas circunstancias. Sin embargo, otro ex presidente Oscar Arias (1986-1990 y 2006-2010) sostuvo que “se puede esperar que haya mucha gente desilusionada, triste, que posiblemente no esperaba esta decisión (…) Para muchos ha sido una sorpresa y lo es para mí también”, sentenció el también Premio Nobel de la Paz en 1987.
Por su parte, más allá que consideró a Araya como político serio y descarta que se regrese a la campaña política, Luis Guillermo Solís no baja el ritmo proselitista y comentó: “Me siento sumamente honrado de que algunas personas piensen que ya soy el presidente electo, pero les digo que no lo soy, porque para eso necesito el voto”, expresó en una conferencia de prensa en la sede de su partido. Más aún, Solís afirmó “la contienda no ha terminado” y que el ballottage del 6 de abril “no es un mero formalismo o un mero trámite”, sino que se trata de “el acto supremo democrático” sin el cual un mandato “no estará legitimado de la manera adecuada”, instó a sus militantes.
Contra todos los pronósticos, el candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC), el politólogo e historiador Luis Guillermo Solís Rivera, obtuvo 484.465 votos (30,84%), ganándole al oficialista Johnny Araya Monge, ingeniero y candidato del Partido de la Liberación Nacional (PNL), que cosechó 465.656 sufragios (29,64%) y desplazando del ballottage al favorito de las encuestas, el izquierdista del Frente Amplio (FA), dirigente ambientalista José María Villalta Florez-Estrada, quien se llevó la preferencia de 269.223 electores (17,14%). En tanto que cierran la lista de distribución de votos: Otto Guevara del Movimiento Libertario (ML) con 176.194 (11,22%); Rodolfo Piza Rocafort, del legendario Partido Unidad Social Cristina (PUSC), con 94.463 (6,01%), y José Miguel Corrales Bolaños, del Partido Patria Nueva, con sólo 23.591 (1,5%). Como ningún candidato obtuvo el 40% debería realizarse la segunda ronda el próximo 6 de abril. A la vez, se observa que el PAC ganó en cuatro provincias (Alajuela, Heredia, San José y Cartago), las más pobladas, en tanto que el PLN venció en tres (Limón, Guanacaste y Punta Arenas), con la menor cantidad de representantes.
La característica de estas elecciones es que es la segunda vez que se necesita una segunda ronda (la anterior fue en 2002), además es la primera vez en que el PAC es el partido más votado, siendo la primera ocasión que no gana un partido tradicional como el PLN o el PUSC, o sea las corrientes del calderonismo o del liberalismo. Además, el Frente Amplio se convierte en el principal partido de izquierda de la historia de Costa Rica, superando la legendaria elección de 9,8% de Manuel Mora Valverde del Partido Comunista Costarricense en 1940.
Comenzada a rodar la campaña de cara al ballottage, los ex candidatos José María Villalta - FA y Otto Guevara ML manifestaron que no apoyarán a ningún candidato, en tanto que Rodolfo Piza sostuvo que meditaría su voto según algunos valores, especialmente en temas como aborto, matrimonio homosexual o fecundación in vitro, temas que pesan sobre un electorado cristiano. A sabiendas de esto, la campaña de Araya comenzó de forma agresiva con un fuerte conservadurismo, manifestando su oposición férrea a estos puntos. Sin embargo, Solís recibió la adhesión del ex presidente socialcristiano Abel Pacheco de la Espriella, que adujo que éste era el más cercano a la doctrina social de la iglesia. Es que el PAC tampoco está a favor del aborto ni del matrimonio homosexual, aunque sí apoya un proyecto de ley de sociedades de convivencia que legalizaría las uniones de parejas del mismo sexo con una figura diferente al matrimonio.
Un actor clave que estuvo presente en estas semanas fue la Iglesia Católica que había sacado previo a las elecciones un libro titulado Rehabilitar la Política. Algunos criterios éticos para iluminar el proceso electoral y la vida democrática, que afirma el contundente rechazo a proyectos como los del PAC, y que fue denunciado en el Tribunal Supremo de Elecciones por parte de militantes de ese partido. Sin embargo, dicho órgano dictaminó que la Iglesia Católica tiene derecho a tomar posición sobre problemas sociales del país. Por esta razón, se estaba pendiente de un posible pronunciamiento que al final no llegó por el retiro de Araya de la contienda electoral.
Corridas las semanas, una divulgación de una encuesta de cara a la segunda ronda electoral, que indica que el candidato del PAC, Luis Guillermo Solí, tiene una preferencia del 64,4% frente al 20,9% del candidato del PNL, Johnny Araya, marcando una amplia ventaja, provocó la renuncia a las aspiraciones del candidato oficialista; sin embargo, el artículo 138 de la Constitución Política impide a los candidatos presidenciales retirarse de la contienda.
Al presentarse esta situación se replantea todo el panorama, porque revive un escenario que se produje en Costa Rica en las elecciones de febrero de 1932, donde quedaron electos para la segunda ronda Ricardo Jiménez Oreamuno en primer lugar y Manuel Castro en segundo. Como éste último renunció a su derecho a participar del ballottage, el Congreso Constitucional optó por nombrar como Primer Designado a la Presidencia a Ricardo Jiménez Oreamuno y lo convocó a desempeñar la primera magistratura durante el período 1932-1936. Esta salida se hace difícil en la actualidad, porque el parlamento costarricense está fragmentado; en la última elección, el PAC no obtuvo siquiera la primera minoría, quedó con 13 escaños de los 57 de la Cámara frente a 18 del PLN. En tanto que el FA obtuvo 9, el PUSC 8, el ML 4, PRC 2 y el resto uno cada uno; la posibilidad de constituir una mayoría que nomine a Solís se vuelve remota. Incluso, esta formación del parlamento pone grandes dificultades para el próximo gobierno.
Algunos analistas sostienen que en realidad esto es una estrategia de Araya para sortear la campaña electoral. Al quedarse sin recursos, porque ya utilizó ¢ 3.500 M de colones, de los ¢ 4.500 M permitidos, por lo que quedó en desventaja del PAC que dispone de ¢3.000 M, porque sólo utilizó ¢1.500 M en la primera ronda. Se entiende así, que Araya retomaría la campaña a fin de marzo y buscaría capitalizar la desmovilización política, en un escenario de alta abstención electoral. De hecho, ya comienzan las tensiones, porque el diario Extra publicó fotos de las supuestas boletas de votación presidencial que se usarían en la segunda vuelta, sin embargo el TSE salió a desmentir que se hayan publicado ya la papeleta oficial. Incluso, las autoridades del TSE señalaron que se proyecta incorporar nuevos componentes de seguridad en las boletas a utilizar e investigará el caso de las que están circulando. En este en sentido, el proceso continúa hasta el 6 de abril.
Para otras figuras políticas, la renuncia de Araya era previsible ante el escenario electoral, tal como señaló Otto Guevara de ML: “Vender un proyecto político que era una extensión de Laura Chinchilla, actual presidenta, era imposible que tuviera éxito”, afirmó. En la misma línea, el ex presidente Rafael Ángel Calderón, ex presidente 1990-1994, dijo que “hubiera hecho lo mismo” si se encontrase en las mismas circunstancias. Sin embargo, otro ex presidente Oscar Arias (1986-1990 y 2006-2010) sostuvo que “se puede esperar que haya mucha gente desilusionada, triste, que posiblemente no esperaba esta decisión (…) Para muchos ha sido una sorpresa y lo es para mí también”, sentenció el también Premio Nobel de la Paz en 1987.
Por su parte, más allá que consideró a Araya como político serio y descarta que se regrese a la campaña política, Luis Guillermo Solís no baja el ritmo proselitista y comentó: “Me siento sumamente honrado de que algunas personas piensen que ya soy el presidente electo, pero les digo que no lo soy, porque para eso necesito el voto”, expresó en una conferencia de prensa en la sede de su partido. Más aún, Solís afirmó “la contienda no ha terminado” y que el ballottage del 6 de abril “no es un mero formalismo o un mero trámite”, sino que se trata de “el acto supremo democrático” sin el cual un mandato “no estará legitimado de la manera adecuada”, instó a sus militantes.
Escenario Latinoamericano. Estas elecciones marcan una enseñanza a nivel latinoamericano, porque muestran que los procesos están cambiando los escenarios políticos, tanto la victoria del FFML que consolida la continuidad de proyectos populares y la consagración del PAC abren nuevas posibilidades de realineamiento latinoamericanista de un país que siempre miró a los Estados Unidos y que será sede del IIIº Encuentro de la Comunidad Económica de América Latina y el Caribe (Celac).
No hay comentarios:
Publicar un comentario