En Brasil se ha desatado una profunda crisis política, con el alejamiento de la coalición de gobierno de Eduardo Cunha, presidente de la Cámara de Diputados y miembro del Partido Movimiento Democrático Brasileño(PMDB), principal aliado del Partido de los Trabajadores al cual pertenece el vicepresidente Michel Temer, la presidenta Dilma Rousseff tendrá que ajustar clavijas en los acuerdos políticos.
Si bien pareciera ser una movida individual porque el pemedebista fracasó en su intento de llevarse la cabeza del fiscal general, Rodrigo Janot -quien estaría a punto de solicitarle la renuncia a su cargo parlamentario por la denuncia hecha por el empresario Julio Camargo en su contra, respecto a pedidos de sobornos para viabilizar contratos con la petrolera estatal Petrobras-, lo cierto es que Cunha presiona al gobierno de Rousseff con activar su bala de plata, propiciando la evaluación de las cuentas públicas del período 2014 a fin de impulsar el impeachment a la mandataria.
Hay que tener en cuenta que el PMDB es el principal aliado del gobierno con 66 diputados y 18 senadores, participando en la coalición de gobierno con el vicepresidente y maneja los ministerios de Energía, Asociación Civil, Agricultura, Puertos, Pesca y Turismo. Además, gobierna 7 estados provinciales y controla más de un millar de gobiernos municipales. Sin duda es el principal partido de Brasil, y por eso Cunha trata llevar al PMDB a acompañarlo, teniendo en cuenta a sus aspiraciones presidenciales para 2018.
Cabe recordar la mala cara que tenía Temer y los dirigentes del PMDB el 26 de octubre del año pasado, cuando Dilma no sólo anunciaba su victoria sobre Neves sino que además postulaba a Ignacio Lula Da Silva para la próxima elección. Este dato podría ser una carta a favor del diputado para  movilizar al partido a este juego, aunque podría tener escollos por adversarios en su propio partido, como Jarbas Vanconcelos, ex gobernador de Pernambuco que lo acusó de dictador y propicia su sucesión al frente de la Cámara, a los que se sumarían los del PT.
En tanto que podría ser remota la posibilidad de un Impeachment promovida por este dirigente, lo cierto es que cada vez más se propiciará a un juego propio del PMDB de cara a las próximas presidenciales. Previo a esto, se encuentran las elecciones municipales de 2016, donde el PMDB pondrá en juego su peso territorial en una arena en la cual puede hacer acuerdos a discreción, porque las alianzas y coaliciones locales son independientes, más allá que los candidatos también están condicionados por el apoyo nacional.
Todo este movimiento será a pérdida del PT, que sufre el desgaste de 13 años de gestión y está siendo acosado por un Poder Judicial que puso en la mira al mismísimo Ignacio Lula Da Silva, al cual apostaban como un recambio ganador para 2018 y ahora se complica con este panorama sombrío en la política al cual se suma una alicaída economía que no logra despertarse y hace cuesta arriba la gestión de Rousseff con un parlamento cada vez más adverso. «