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lunes, 14 de agosto de 2017

Entrevista a Jesús Tovar Mendoza: "Ahora no compiten como políticos, sino como actores de teatro"




Jesús Tovar Mendoza: "Ahora no compiten como políticos, sino como actores de teatro"

El experto peruano habla de la personalización de la política y del deterioro de la democracia en la región.

El peruano Jesús Tovar Mendoza enseña en la Universidad Nacional de México y es el secretario ejecutivo de la Asociación Mexicana de Ciencia Política. Autor de numerosas publicaciones con los sistemas y las reformas electorales como punto principal, conversó con Tiempo sobre el deterioro de la democracia en la región en el marco del XIII Congreso Nacional de Ciencia Política que se realizó en Buenos Aires. El evento tuvo debates mucho más interesantes que el que generó el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al relatar la epopeya del homo sapiens frente a los dinosaurios.   
–¿Cómo está la democracia en América Latina?
–Me preguntas sobre la situación actual de la democracia; si nos proyectamos unos pocos tiempos, unos tres o cuatros años, podríamos decir que hay un deterioro de la democracia, un debilitamiento o, como una colega alemana le llama, una erosión. Si consideramos que a partir de fines de los '70 e inicio de los '80 ha habido una tercera ola democrática, es decir que los países se democratizaron, muchos de ellos en este momento. Así, a mediados de la primera década de los años 2000, de los 20 países latinoamericanos, 19 eran democráticos. Pero ahora, son aproximadamente 16, es decir que cuatro dejaron de ser democráticos en estos últimos años, es decir 2015 y 2016, y ahora el deterioro se incrementa.
–¿Cómo se expresa?
–Podríamos señalar algunos síntomas. El primero es la ingobernabilidad, es decir, presidentes legítimamente elegidos que son interrumpidos en su período de mandato, que es un viejo problema latinoamericano, que lo sufrió mucho Ecuador (en la década del '90), y ahora lo tenemos en Brasil, que creo que al actual vicepresidente Temer también lo van a sacar. Otro síntoma es el deterioro de los niveles de vida, es decir, tenemos un problema económico, los precios de nuestras exportaciones han caído, y por otro lado eso deteriora condiciones de salud, de educación y en general la pobreza se incrementa, no mucho, ligeramente, pero afecta. A su vez, hay un síntoma que tiene que ver con un cambio del tipo de partidos, ya que el tipo de partido actual no es orgánico ni muy institucionalizado sino muy personalizado, ahora compiten personas, compiten como especie de carrera de actores, no solo políticos, sino actores de teatro, lo que se llama personalización de la política. Eso disminuye el nivel de representación, porque la misma implica que los partidos lleven la voz de los intereses de la gente al Estado, o al revés, proponen desde el Estado solucionar problemas. Pero ahora es una persona que dice: "Yo lo voy a resolver". Por último, hay un síntoma relacionado con el tema de las elecciones, que fue lo mejor que hemos tenido en esta tercera ola democrática, pero ahora hay un incremento notable de fondos oscuros en las elecciones, básicamente narcotráfico, que interviene activamente en América Latina para financiar a todos, no hace distinción; es como apostar en un hipódromo a todos los caballos, alguno vas a ganar.
–¿Por qué se deteriora la democracia?
–Hace un siglo, surgieron dos ideologías que cuestionaron fuertemente a la democracia, el comunismo y el fascismo, que dijeron que la democracia no sirve, "vamos a hacer otro modelo". Ahora no es tanto así, no hay alguien diga "voy a hacer un golpe de Estado, no soy demócrata, me echo abajo la democracia"; más bien no hay una ideología propiamente antidemocrática como la hubo hace un siglo, yo creo que tenemos dos problemas dentro de la democracia, uno desde la derecha y otro desde la izquierda. Desde la derecha, es ver a la democracia como un soporte del modelo económico exclusivamente, lo que podríamos llamar el neoliberalismo, las diversas libertades políticas sociales, fortalecen el modelo de mercado, y si esto tiene que seguir, entonces tenemos que respaldar a esta democracia, son demócratas por default, porque les conviene y, sin embargo, esos demócratas por default no asimilan los principios de la democracia misma, que tienen que ver con el pluralismo, con la representación, sino que si la democracia favorece al mercado la apoyo, más aun, podría ponerme en ciertos acuerdos con el gobierno para que favorezca mis empresas y eso no atenta con la democracia, y lo hago. 
–¿También hay un problema en la izquierda?
–Es que yo creo que hay dos tipos de izquierda que son problemáticas con la democracia. Un modelo de izquierda que no se ha deshecho del modelo marxista-leninista, y al no deshacerse consideran que la democracia sigue siendo un instrumento burgués, y por lo tanto en el largo plazo o en el mediano, o cuando se pueda, es posible desactivarla, y lo que interesa es el marco de la lucha de clases para el reemplazo del Estado. Es una izquierda marginal, es una izquierda histórica, pero en determinado momento emerge por ejemplo apoyando a opciones autoritarias. Y otra izquierda es la que se ha orientado al modelo democrático y usa las reglas del modelo democrático y ha llegado al poder mediante el modelo democrático, pero ante la posibilidad de perder el poder, y la democracia es eso, alternancias, uno gana o pierde, ya no continúa con el modelo democrático.
–¿A cuál se refiere?
–Me refiero estrictamente a lo que ha sucedido en Venezuela y Nicaragua, y un modelo que puede seguir esa línea es Bolivia, que para poder revertir la situación pueden usar mal las reglas para mantenerse en el gobierno, y que para mis mediciones dejan de ser democracia, más allá de que es verdad que hay logros históricos que estos gobiernos de izquierda han conseguido, eso es indudable, la presencia de intereses populares en el Estado, en Estados con poco y tardío desarrollo de bienestar. Pero frente a la posibilidad de una alternancia se aferran al mecanismo que ya no obedecen al modelo clásico, tradicional, al modelo típico de la democracia liberal, que es un elemento indudablemente constitutivo de la democracia. Por eso digo que tenemos un problema desde la derecha y desde la izquierda.  «


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