11 de Abril de 2015
Americanismo y panamericanismo
Esta nueva edición de la Cumbre de las Américas marca una reorientación del panamericanismo norteamericano hacia un americanismo propiciado por los países del continente.
Esta nueva edición de la Cumbre de las Américas marca una reorientación del panamericanismo norteamericano hacia un americanismo propiciado por los países del continente. Desde la primera reunión en 1994, ni más ni menos que en Miami, hasta este encuentro, cambiaron muchas cosas más que el ingreso de Cuba al evento: cambió especialmente el reposicionamiento de las naciones latinoamericanas.
El panamericanismo norteamericano tiene sus raíces en la Doctrina Monroe, sostenida en 1823 por el secretario de Estado Quincy Adams, que exponía sus intereses en el continente. Cuando en diciembre de 1994, se reúne la 1ª Cumbre de las Américas auspiciada por la Organización de Estados Americanos, el objetivo de los Estados Unidos se centraba en fortalecer su política panamericanista para contraponer el peso que podían tener bloques emergentes en ese momento, como la Unión Europea o los NIC (en inglés, países recientemente industrializados).
La fórmula repetía el esquema de comprometer a los países de la región en el seguidismo de la política norteamericana, pero esta vez reforzada con la búsqueda de constituir el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) dando vía libre a las empresas norteamericanas para absorber, en ese entonces, las alicaídas economías latinoamericanas. Este proyecto fue sostenido en el segundo encuentro en Santiago de Chile 1998, diseñado en Buenos Aires en el año 2000, acordado en la III Cumbre de Quebec en 2001. Sin embargo, la presidencia de Néstor Kirchner en la IV Cumbre de Mar del Plata en noviembre de 2005 y la locuaz participación de Hugo Chávez frustraron el intento de George Bush h. de concretar el proyecto y el ALCA se fue al carajo.
Así, para la V Cumbre de Trinidad y Tobago de 2009, el continente encontró a un Estados Unidos entrando en una crisis y a un continente reencontrando proyectos de crecimiento con inclusión. Esta vez, el presidente norteamericano Barack Obama tuvo que comenzar a rever los objetivos de las cumbres e incluso incorporar en agenda el ingreso de Cuba, tema que no sucedió en la VI Cumbre de Cartagena de Indias en 2012. Recién este jueves, la "fruta madura" ingresó a la cumbre resguardada de los colmillos yanquis.
Esta metáfora refiere a la idea también mentada por Adams, quien sostenía que la isla, al igual que una manzana que se cae de un árbol, al desprenderse del dominio español era comprensible que abatiera bajo la órbita de norteamericana. Se consuma así una victoria diplomática de Cuba, que logró contrarrestar el bloqueo con una política constante de activismo tecermundista, que comenzó con una victoria en la ONU en 1992, donde anualmente se vota por la eliminación del cerco económico y ahora parece estar concretándose.
A su vez, esta VII Cumbre de Panamá tiene de antesala las tres ediciones de la Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), un espacio del que EE UU fue excluido junto con Canadá y que propició el posicionamiento del americanismo regional, reorientando la agenda latinoamericana de Estados Unidos en el continente.
El panamericanismo norteamericano tiene sus raíces en la Doctrina Monroe, sostenida en 1823 por el secretario de Estado Quincy Adams, que exponía sus intereses en el continente. Cuando en diciembre de 1994, se reúne la 1ª Cumbre de las Américas auspiciada por la Organización de Estados Americanos, el objetivo de los Estados Unidos se centraba en fortalecer su política panamericanista para contraponer el peso que podían tener bloques emergentes en ese momento, como la Unión Europea o los NIC (en inglés, países recientemente industrializados).
La fórmula repetía el esquema de comprometer a los países de la región en el seguidismo de la política norteamericana, pero esta vez reforzada con la búsqueda de constituir el ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas) dando vía libre a las empresas norteamericanas para absorber, en ese entonces, las alicaídas economías latinoamericanas. Este proyecto fue sostenido en el segundo encuentro en Santiago de Chile 1998, diseñado en Buenos Aires en el año 2000, acordado en la III Cumbre de Quebec en 2001. Sin embargo, la presidencia de Néstor Kirchner en la IV Cumbre de Mar del Plata en noviembre de 2005 y la locuaz participación de Hugo Chávez frustraron el intento de George Bush h. de concretar el proyecto y el ALCA se fue al carajo.
Así, para la V Cumbre de Trinidad y Tobago de 2009, el continente encontró a un Estados Unidos entrando en una crisis y a un continente reencontrando proyectos de crecimiento con inclusión. Esta vez, el presidente norteamericano Barack Obama tuvo que comenzar a rever los objetivos de las cumbres e incluso incorporar en agenda el ingreso de Cuba, tema que no sucedió en la VI Cumbre de Cartagena de Indias en 2012. Recién este jueves, la "fruta madura" ingresó a la cumbre resguardada de los colmillos yanquis.
Esta metáfora refiere a la idea también mentada por Adams, quien sostenía que la isla, al igual que una manzana que se cae de un árbol, al desprenderse del dominio español era comprensible que abatiera bajo la órbita de norteamericana. Se consuma así una victoria diplomática de Cuba, que logró contrarrestar el bloqueo con una política constante de activismo tecermundista, que comenzó con una victoria en la ONU en 1992, donde anualmente se vota por la eliminación del cerco económico y ahora parece estar concretándose.
A su vez, esta VII Cumbre de Panamá tiene de antesala las tres ediciones de la Cumbre de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), un espacio del que EE UU fue excluido junto con Canadá y que propició el posicionamiento del americanismo regional, reorientando la agenda latinoamericana de Estados Unidos en el continente.
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