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lunes, 13 de diciembre de 2021

La derecha y la izquierda brasileña mueven fuerte las fichas en el tablero regional

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La derecha y la izquierda brasileña mueven fuerte las fichas en el tablero regional

11/12/2021

Foto: Télam

Por: Ricardo Romero

Analista Internacional

Derecha e izquierda brasileña mueven sus fichas en el tablero político internacional. Por un lado, Luiz Inácio Lula da Silva se suma a un acto de la centroizquierda argentina, liderada por Cristina Fernández y Alberto Fernández. En tanto que, a contrapartida, Jair Bolsonaro recibe la visita del ultraderechista Santiago Abascal, del partido Vox, quien le manifiesta su apoyo a la aspiración de reelección a la presidencia de Brasil el 2 de octubre de 2022.

En sus discursos, Abascal arengó contra la “amenaza narcocumunista” y la “cultura del marxismo”, y convocó a la formación de “una alianza de todos los patriotas del mundo”. Esa movida tiene como alter ego el viaje realizado por Lula a Argentina, quien cumplió una promesa a los mandatarios argentinos, en gratitud al apoyo recibido durante los 580 días de prisión que sufrió el líder petista en una causa armada por el ex Juez y ex Ministro Sérgio Moro como Lawfare para proscribir la candidatura de Lula en 2018.

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Lo hizo en un día especial, porque en Argentina se celebra la recuperación de la Democracia y es el Día Internacional de los Derechos Humanos. Así, junto al Pepe Mujica, exmandatario uruguayo, Lula acompañó a Cristina y Alberto en la entrega de los Premios Azucena Villaflor y fue orador en el Acto junto a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada en un lugar histórico.

En el balcón frente a la Plaza de Mayo, el diputado petista Paulo Pimenta comentó exultante a Tiempo Argentino: “Estoy emocionado de estar en el lugar desde donde Evita les hablaba a las y los trabajadores”. Además, se manifestó feliz y agregó “es una agenda histórica de Lula, porque luego de sumar apoyos en su viaje a Europa, de los principales líderes del viejo continente, ahora establece un vínculo con Argentina, que es el principal socio comercial de Brasil en el Mercosur, segunda economía de América del Sur, y que históricamente establece lazos de amistad y alianzas estratégicas en política internacional”.

En respuesta, en ejercicio de la presidencia pro tempore del Mercosur, Jair Bolsonaro decidió suspender la presencialidad de la Cumbre de Presidentes del Bloque, prevista para el 16 y 17 de diciembre en Brasilia, por lo que Itamaraty informó a sus pares de Argentina, Uruguay y Paraguay que todas las reuniones serán por videoconferencia, argumentando cuestiones sanitarias.

Más allá que aún no oficializa su candidatura por parte del Partido dos Trabalhadores, sumando los apoyos europeos y latinoamericanos, es claro que Lula proyecta la gobernabilidad de un futuro gobierno. También lo hace en el plano interno, sabiendo que el establishment puede bloquear su postulación, busca los consensos hacia el centro, intentando una “Unidad Nacional”. En esa línea fueron sus encuentros con Fernando Henrique Cardoso y de las conversaciones que sostiene con el ex gobernador paulista Geraldo Alckmin, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), donde lo está tentando con el acompañamiento en la fórmula presidencial, tema que es discutido en el seno del PT, donde las alas izquierda prefieren llevar figuras nuevas de la izquierda, como Guillerme Boulos o Manuela D’Ávila.

domingo, 5 de diciembre de 2021

  https://www.tiempoar.com.ar/mundo/brasil-y-la-reaccion-neoconservadora/


 

Brasil y la reacción neoconservadora

27/11/2021

Foto: Lucio Tavora / Xinhua

Por: Ricardo Romero

Politólogo UBA. Analista Internacional

América Latina vive una reconfiguración política hacia la derecha y Brasil no escapa a ese proceso. Sin embargo, cabe señalar que no es un regreso del neoliberalismo del Consenso de Washington, centrado en la reducción del Estado y la proliferación del mercado, sino que es una reacción neoconservadora a los derechos alcanzados durante los gobiernos populares.

La neoderecha es la respuesta ante la imposibilidad del establishment de sostener un proyecto hegemónico como el neoliberalismo de los ’90 y la forma de frenar el avance sociodemocrático de la izquierda en América Latina. Así, los negocios financieros y económicos se acoplan a manifestaciones reaccionarias para frenar, a cualquier precio, expresiones populares.

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En Brasil, Jair Bolsonaro es la caricatura más clara de esta nueva versión de la derecha, que propicia la libertad de mercado pero ataca toda expresión cívica progresista, especialmente si favorece a sectores populares, encubriendo con cierta argucia darwinista en un discurso liberal o libertario su rancio autoritarismo individualista, que solo acepta al Estado para que defienda sus mezquinos intereses. Y ya no interesan los tecnócratas para legitimar políticas neoclásicas, sino que alcanza con cualquier energúmeno que las defienda a capa y espada.

Para colmo de males, pareciera ser que Bolsonaro quiere liderar la neoderecha internacional tejiendo lazos con partidos y organizaciones de derecha y extrema derecha como Project Veritas de EE UU o Vox en España. Recientemente recibió a la nieta de un jerarca nazi y quien lidera un partido neonazi (Alternativa para Alemania), la diputada Beatrix Sven von Storch. Lo hizo junto con su hijo Eduardo, quien tiene buenas migas con el ahora diputado electo Javier Milei de Argentina.

No obstante, el establishment está buscando un candidato con cierto decoro, que garantice su esquema de negocios. Es así, que en las últimas semanas, las corporaciones multimediáticas están instalando la candidatura de Sergio Moro, el exjuez que manipuló el caso Lava Jato para proscribir la candidatura de Luiz Inácio Lula da Silva, y exministro de Justicia del actual presidente. Moro ya lanzó su candidatura a la presidencia por Podemos, un sello que paradójicamente viene del Partido Laborista Nacional reciclado en una propuesta supuestamente inspirada en Barack Obama.

Más paradójico es lo de Jair Bolsonaro, que ahora se afiliará al Partido Liberal para tener habilitación legal para competir en las elecciones presidenciales de 2022. Luego de ser electo por el Partido Social Liberal en 2018 y luego deambular por cinco partidos, el derechista brasileño pareciera tener chapa para presentarse en un sistema electoral caracterizado por partidos cártel o de alquiler. En definitiva, el programa ya no lo fijan los partidos sino los mesías, con el poder fáctico detrás. Incluso, las candidaturas emergentes son apoyadas por las redes de organizaciones no gubernamentales que se sostienen en las sombras, con un gran caudal de recursos que sería bueno transparentar, y que logran instalar a cualquier personaje como figura elegible.


 

sábado, 23 de octubre de 2021

Bolsonaro pone a la venta las joyas de la abuela

 https://www.tiempoar.com.ar/mundo/bolsonaro-pone-a-la-venta-las-joyas-de-la-abuela/


Bolsonaro pone a la venta las joyas de la abuela

16/10/2021

Foto: AFP

Por: Ricardo Romero

Politólogo. Analista internacional

Uno de los grandes gritos de la historia brasileña fue “el Petróleo es nuestro”, cuando Getulio Vargas impulsó la formación de Petrobras, luego del hallazgo de petróleo en Bahía. Ese lema se robusteció durante el gobierno de Dilma Rousseff, tras la exploración en aguas profundas y el descubrimiento de reservas en el Presalt, que convertiría a Brasil en un país petrolero, o sea, con capacidad de exportación, y cambiaría radicalmente la matriz de acumulación de capital del país, teniendo presente una avanzada industria petroquímica que logró construir durante los años setenta.

Semejante renta es apetecida por todo el espectro político brasileño, con diferentes miradas.

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Cuando la izquierda, hegemonizada por el Partido dos Trabalhadores, impulsó el uso de los recursos en las áreas de Educación y Salud, la derecha decidió encarar decididamente el golpe de Estado contra Rousseff y dejar en agenda la apropiación de esas ganancias en manos privadas.

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La baja del precio internacional y la debilidad política del bloque golpista dejaron pendiente el tema y no sorprende que Jair Bolsonaro lo tome como manotazo de ahogado, tratando de buscar su reelección. La estrategia no es nueva: lo hizo Carlos Menem en Argentina con YPF. Con la excusa de no poder manejar los precios de la gasolina, el resguardo nacionalista que tenía Bolsonaro sobre la empresa se desvanece ante su debacle electoral.

Las intenciones manifiestas con descaro del presidente brasileño de privatizar Petrobras suenan como miel a los oídos del establishment económico que, exultante, se expresó con el alza de las acciones de la petrolera, porque sus integrantes serán los principales beneficiarios de la medida, más allá de que el broker que lo impulsa, el ministro de Economía Paulo Guedes, sostenga que los fondos pueden ser destinados a programas sociales.

Es algo verosímil que, teniendo presentes las presidenciales de 2022, podrían engrosarse algunas asistencias. Algo que no parece probable por los tiempos que requiere la privatización y la proximidad de la elección. Por otra parte, lo importante no es el sacrificio del capital físico sino del circulante, donde las posibilidades que tendría el Estado para sostener una redistribución progresiva de esa renta se desvanecen, en tanto que Bolsonaro quiere darlas a los capitales concentrados a fin de mantenerse en el Planalto.

Es un interrogante si con estas medidas sobre la mesa se podría, de todos modos, alcanzar ganar una elección. O si, por el contrario, son manotazos de ahogado, si para Bolsonaro significa una elección factible ante una posible victoria de Luiz Inácio Lula da Silva. Lo que sí está claro es que el presidente actual se lanzará a hacer cualquier tropelía ante la posibilidad de evitar la victoria del dirigente de izquierda. Y lo hará a cualquier precio.

lunes, 4 de octubre de 2021

Algo viejo que no muere, algo nuevo que no nace

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Algo viejo que no muere, algo nuevo que no nace

02/10/2021

Foto: Lucio Tavora / Xinhua

La política brasileña está en crisis, tal como la definía Antonio Gramsci, algo viejo que no muere y algo nuevo que no nace. Es que el golpe ejecutado contra Dilma Rousseff por el establishment de poder en 2016 no logró consolidar una hegemonía de largo plazo, y es cuestionado en las calles por organizaciones sindicales y los movimientos sociales y sectores de izquierda, quienes aún no consiguen articular un bloque de poder popular que permita abrir una nueva etapa.

Lo patético del fracaso del bolsonarismo se expresa en la situación del ministro de Salud, Marcelo Queiroga, quien se quedó en EE UU cumpliendo cuarentena por Covid positivo sin poder regresar a Brasil. Acompañó al presidente a la Asamblea de la ONU y fue uno de los cuatro infectados de la delegación, donde Bolsonaro fue el único jefe de Estado del G-20 que no se vacunó, con su obstinado negacionismo.

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Mientras Michelle Bolsonaro, su esposa, decidió vacunarse en EE UU y no en su país, recibiendo una lluvia de críticas por la desvalorización a el sistema de salud, la desidia negacionista de la política bolsonarista ante el la pandemia se vio expuesta ante la Comisión Parlamentaria de Investigación en Senadores, que recibió un dossier firmado por 12 médicos que informan sobre el accionar de una prepaga que usaba como conejitos de indias a pacientes, para experimentar la eficacia del Kit-Covid, compuesto por un cóctel de hidroxicloroquina, ivermectina, azitromicina, vitaminas C y D; en momentos en que la OMS había dado una enfática orientación de no usarlo.

Si bien ese accionar menguelliano se intenta justificar poniendo el centro en evitar las consecuencias que podría provocar el aislamiento en la economía, las medidas fracasaron no sólo por el desastre epidemiológico que provocó más de 21 millones de contagios y casi 600 mil muertes, sino también porque no evitaron la debacle socio-económica, que elevó a 14,4% el nivel de desempleo y la inflación está superando el 10,05 %; lo que provoca que un 54% de la población sufre escasez alimentaria y un 9% caiga a nivel de indigencia.

Por eso, este sábado, se manifestaron en conjunto la Central Única de Trabajadores (CUT), la Unión General de Trabajadores (UGT) y la Central de Sindicatos Brasileños (CSB), entre otras; con Movimientos Sociales y Estudiantiles, así como partidos políticos, siendo una de las mayores protestas del año: alcanzando más de 250 ciudades de Brasil y otras del exterior, como Barcelona, París y Buenos Aires. El reclamo se centra en #ForaBolsonaro, intentando que el Congreso active el Impeachment ante los 100 pedidos que existen en la cámara.

Con todo ésto, Bolsonaro resiste a que su gobierno muera, y despliega su artillería de fake news para arengar a través de redes a los núcleos más radicalizados a evitar una vuelta del lulismo. Cada vez más exponiendo como solución un golpe, expresando elogios a la dictadura de Pinochet, sosteniendo que si es necesario pasaría de ser una “dictablanda” a apretar la mano para salvar la nación y luego mirar atrás, y deja abierta la posibilidad de un trágico desenlace para la democracia brasileña ante una derrota frente a Lula. Todas las consultoras muestran el desplome del apoyo electoral a Bolsonaro y el crecimiento de las preferencias al líder petista, con el 44% frente al 22% del ultraderechista. En tanto que el espectro de centro derecha no logra instalar ningún candidato de más de 10 puntos, el gran interrogante es si el establishment aceptará un mandato de Lula o propiciará a cualquier precio la continuidad de JB

martes, 14 de septiembre de 2021

Neobolsonarismo

 


Neobolsonarismo

11/09/2021

Foto: Lucio Tavora / Xinhua

Por: Ricardo Romero

Politólogo UBA. Analista internacional

Finalmente, Brasil celebró el aniversario de su independencia con un escenario polarizado. Por un lado, los sectores sociales y partidos de izquierda, hegemonizados por Lula, y por el otro, los grupos oficialistas encabezados por Bolsonaro, que si bien mostró sus garras nazi-fascistas contra la democracia, pareciera haber hecho la mutación kafkiana y busca mostrarse como una mariposa, una prospectiva que hace una semana se describía como un neobolsonarismo.

Básicamente, el escenario radicalizado que implicaba un ultrabolsonarismo, con un barrido Institucional y autogolpe, pasó a segundo plano con el recule del actual presidente, quien fue a buscar a uno de sus gestores, el ex presidente Temer (artífice del golpe al gobierno de Dilma Rousseff), quién allanara el camino para su elección como presidente.

Entre ambos pergeñaron una Carta a fin de seducir a las clases dominantes, exponiendo una especie perdón al Supremo Tribunal Federal y a las instituciones republicanas. Así como Franz von Papen aconsejó a Adolf Hitler de moderar su discurso para lograr ser designado canciller, precisamente con una carta por pública, hoy la historia pareciera repetirse como una caricatura del nazismo.

Y este juego, que pretende volver al bolsonarismo original, un pacto hacía el centro político contra la izquierda, o sea ser un gestor de los intereses del establismenth económico, deja latente el fanatismo conservador y radicalizado del ultrabolsonarismo, que simplemente se repliega para esperar el momento de “quemar el Reishtag”. Esa mentira que posibilitó la consolidación de la dictadura hitleriana, podría ser una “fake News” que impida la postulación de Lula.

En tal sentido, le da un respiro a la democracia para dejarla al asedio de impedir el regreso de la izquierda al gobierno de Brasil, y encuentra como aliado al execrable Movimiento Democrático Brasileño, que de la mano de Temer procura volver como garante de gobernabilidad y evitar un escenario de posbolsonarismo, siempre beneficiado por los negocios del poder.

Así como el 30 de enero de 1933, el presidente de esa Alemania, el general Paul von Hindenburg, por la influencia de Papen, nombró canciller a Hitler, eligiendo el mal menor, el establishment brasileño podría optar por Bolsonaro ante la posibilidad de regreso de Lula y ante la imposibilidad de generar una alternativa, donde sus candidatos (como Ciro Gomes o Marina Silva), no superan el dígito de preferencia electoral, dejando como único escollo viable a interponer para evitar el regreso del líder de izquierda al digerible Bolsonaro.

Con esa tragedia, en tanto Lula siga liderando las encuestas, el establishment pareciera tener que sostener a JB en el gobierno, para que no recurra a un autogolpe, y buscar una recomposición del bloque de poder y/o un artilugio legal para impedir que la voluntad general consagre al líder petista.

Cuentan con la ventaja del tiempo, en tanto que la elección es en octubre del año que viene y un cambio en la dinámica económica podría refortalecer al gobierno, no solo dando gobernabilidad a Bolsonaro, sino que además podría potenciar otras figuras de relevo competitivo. La posibilidad de un posbolsonarismo depende no solo del posicionamiento de Lula en las encuestas, sino en su capacidad de generar un bloque de poder. En ese sentido, la disputa en las calles es esencial y el fortalecimiento de alianzas desde la izquierda al centro. Es un buen dato que el PT esté resurgiendo como el ave Fénix, sin embargo no alcanza y es el principal punto de construcción de un frente inclusivo que pueda sacar a Brasil de este triste capítulo de su historia. 

Observatorio sobre Política Latinoamericana

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