Año 7. Edición número 301. Domingo 23 de Febrero de 2014
internacional@miradasalsur.com China ocupa el espacio inversionista que se reservaba occidente. Las apuestas de Pekín se orientan al desarrollo de proyectos de infraestructura, puertos y rutas, destinados a la extracción y comercialización de materias primas, pero no a las industrias. Desde sus raíces, el continente se vio asediado por potencias mundiales. Partiendo de su conquista, pasando por su independencia y la formación de los estados nacionales, hasta la actualidad, América Latina tuvo que lidiar con las pretensiones de los imperios del momento. Lo fue Gran Bretaña en el siglo XIX, Estados Unidos en el siglo XX y pareciera ser China en el siglo XXI.
Repasando la historia, vemos que mientras los libertadores peleaban en los campos de batalla, los terratenientes y comerciantes perfilaban sus negocios hacia el vínculo con Gran Bretaña, configurando repúblicas conservadoras hacia el final del siglo XIX. Recién hacia la crisis del treinta, donde los británicos serían desplazados del liderazgo internacional, el continente intentó construir proyectos económicos autónomos en la región, a partir de experiencias populares. Sin embargo, a fuerza de una profunda reestructuración social, con las dictaduras militares en los setenta y las políticas neoliberales en los noventa, la gran potencia del siglo XX, Estados Unidos, parecía marcar su influencia en la región, algo que buscó consolidar con el proyecto de la Alianza de Libre Comercio de las Américas (ALCA), abortado en Mar del Plata en 2005.
El contrapunto de este proceso estuvo centrado en la formación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el año pasado, que a partir de su encuentro en Cuba hace unas semanas, configuró un bloque que representa aproximadamente 7 billones de dólares, constituyéndose como tercera potencia económica a nivel mundial, siendo el mayor productor de alimentos y el tercero en la generación de energía eléctrica del mundo y contando con la mayor cantidad de materias primas estratégicas (bosques tropicales, biodiversidad, minerales e hidrocarburos). Además de contar con las cuencas hídricas más importantes del planeta (Orinoco, Amazonas y la del Plata), que representan un tercio del agua dulce del planeta. Este espacio se propone generar una política de integración de 33 naciones, que por primera vez salen de la tutela de Estados Unidos y Europa.
Además, el espacio cuenta con Brasil, que hoy ocupa el sexto puesto a nivel mundial. Un país que pasó a ser acreedor de los organismos internacionales y marca políticas en el ámbito del G20, en especial en lo que refiere a la Unión Europea. De hecho, este lunes, la presidenta Dilma Rousseff participará de la VII Cumbre Brasil-UE, un espacio que sostienen como alianza estratégica desde 2007 para impulsar las relaciones bilaterales y profundizar el diálogo sobre temas de interés común, donde este país discute de igual a igual con el viejo continente. Por ejemplo, este encuentro tendrá un punto de controversia, la UE reclama a Brasil que las medidas de incentivos fiscales en la zona franca de Manaos perjudica el comercio de productos extranjeros. La mandataria criticó este reclamo al sostener: “Es contradictoria en su discurso sobre medio ambiente, al cuestionar el sistema tributario de Manaos que permite dar sustentabilidad a la economía amazónica”. La expectativa es que la UE desista de presentarlo en el panel de controversias de la OMC.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la Celac, las contradicciones se mostraron justamente al encarar un texto conjunto referido a la situación de Venezuela. La tensión entre el bloque pro-chavista de la Alianza Bolivariana para las Américas-ALBA (Ecuador, Cuba, Bolivia Nicaragua y Venezuela), con el apoyo de Argentina y Uruguay resistieron incluir críticas al gobierno de Maduro, que partieron de Colombia, Panamá Perú, Chile y México, entre otros. De hecho, la Celac emitió un documento donde manifestó su preocupación por los hechos violentos que acontecen en Venezuela y, casi como una luz amarilla a Maduro, expresa que “en todo momento debe garantizarse la institucionalidad democrática, el respeto a la ley, la información fidedigna y veraz; así como el pleno respeto de todos los derechos humanos”. A su vez, la CELAC instó al presidente venezolano a “propiciar un diálogo entre todas las fuerzas políticas del país”, dejando implícito la convocatoria a la oposición.
Cabe destacar que si bien América latina, y en menor medida el Caribe, se liberan del peso económico de los Estados Unidos, asoma otra potencia, China. Mientras que en 2005, cuando aún estaba latente el proyecto ALCA, la relación comercial con América latina rondaba en recibir un 45% de las exportaciones del continente y representar el 40% de las importaciones; una década después, las ventas hacia el país del norte cayeron al 33% y las compras al 30% en el 2010. En tanto que China incremento su relación con la región, que pasó de exportarle a AL 9% al 15% y de comprarle el 7,6% al 18%; incluso desplazando a la UE, a pesar que mantiene un nivel del 14% de exportaciones e importaciones hacia Latinoamérica.
La relación con China también está condicionando el desarrollo de la región, con una tendencia de primarización de las economías, donde América latina que había logrado reducir el peso de los bienes primarios en sus exportaciones, del 75% en 1981 hasta alcanzar el 44,2% en 2001, parece repuntar hacia el 53% en 2013, según indica la Cepal. Esta tendencia es un dato de alerta, ante el crecimiento del gigante asiático, que debido a su crecimiento se proyecta a ser la principal economía del mundo, concentrando en la actualidad al mayor número de habitantes, unos mil trescientos millones, casi un 20% del planeta. De hecho, la necesidad de China por alimentos provoca el incremento de demandas de las materias primas del continente, absorbiendo el desplazamiento de la Unión Europea que en su recesión reduce las compras a la región. Por eso, todas las proyecciones indican que China desplazaría a la UE del segundo lugar en la relación comercial con América latina hacia 2020, año en que también la ponen como primera potencia mundial. De hecho, en la actualidad, China ya es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú.
Este nuevo vínculo explica en parte cómo América latina y el Caribe está surfeando la crisis europea y soporta las políticas monetarias norteamericanas, sencillamente desplazando su relación económica hacia el pacífico. Por eso, además de una relación comercial, China está orientando inversiones de capital a la región, donde en 2012, de los 174 mil M U$S en IED (Inversiones Extranjeras Directas) que recibió ALC, el país asiático aportó 9,2 mil M U$S, el 5,3% del total. A su vez, los países están recibiendo un financiamiento para cubrir sus deudas externas, como Venezuela, que ocupa el primer lugar con 44,5 mil M de U$S, lo siguen Brasil con 12,1 mil M de U$S, Argentina con 11,8 mil M U$S y Ecuador con 9,3 mil M U$S. Cabe señalar que las inversiones y los créditos se orientan al desarrollo de proyectos de extracción y producción, en forma de infraestructura (puertos, rutas, etc) o en materias primas. Todo lo que condiciona un desarrollo autónomo de largo plazo de la región y deberían ser un dato de alerta para discutir esta encrucijada para el futuro de Latinoamérica.
El contrapunto de este proceso estuvo centrado en la formación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el año pasado, que a partir de su encuentro en Cuba hace unas semanas, configuró un bloque que representa aproximadamente 7 billones de dólares, constituyéndose como tercera potencia económica a nivel mundial, siendo el mayor productor de alimentos y el tercero en la generación de energía eléctrica del mundo y contando con la mayor cantidad de materias primas estratégicas (bosques tropicales, biodiversidad, minerales e hidrocarburos). Además de contar con las cuencas hídricas más importantes del planeta (Orinoco, Amazonas y la del Plata), que representan un tercio del agua dulce del planeta. Este espacio se propone generar una política de integración de 33 naciones, que por primera vez salen de la tutela de Estados Unidos y Europa.
Además, el espacio cuenta con Brasil, que hoy ocupa el sexto puesto a nivel mundial. Un país que pasó a ser acreedor de los organismos internacionales y marca políticas en el ámbito del G20, en especial en lo que refiere a la Unión Europea. De hecho, este lunes, la presidenta Dilma Rousseff participará de la VII Cumbre Brasil-UE, un espacio que sostienen como alianza estratégica desde 2007 para impulsar las relaciones bilaterales y profundizar el diálogo sobre temas de interés común, donde este país discute de igual a igual con el viejo continente. Por ejemplo, este encuentro tendrá un punto de controversia, la UE reclama a Brasil que las medidas de incentivos fiscales en la zona franca de Manaos perjudica el comercio de productos extranjeros. La mandataria criticó este reclamo al sostener: “Es contradictoria en su discurso sobre medio ambiente, al cuestionar el sistema tributario de Manaos que permite dar sustentabilidad a la economía amazónica”. La expectativa es que la UE desista de presentarlo en el panel de controversias de la OMC.
Sin embargo, no todo es color de rosa en la Celac, las contradicciones se mostraron justamente al encarar un texto conjunto referido a la situación de Venezuela. La tensión entre el bloque pro-chavista de la Alianza Bolivariana para las Américas-ALBA (Ecuador, Cuba, Bolivia Nicaragua y Venezuela), con el apoyo de Argentina y Uruguay resistieron incluir críticas al gobierno de Maduro, que partieron de Colombia, Panamá Perú, Chile y México, entre otros. De hecho, la Celac emitió un documento donde manifestó su preocupación por los hechos violentos que acontecen en Venezuela y, casi como una luz amarilla a Maduro, expresa que “en todo momento debe garantizarse la institucionalidad democrática, el respeto a la ley, la información fidedigna y veraz; así como el pleno respeto de todos los derechos humanos”. A su vez, la CELAC instó al presidente venezolano a “propiciar un diálogo entre todas las fuerzas políticas del país”, dejando implícito la convocatoria a la oposición.
Cabe destacar que si bien América latina, y en menor medida el Caribe, se liberan del peso económico de los Estados Unidos, asoma otra potencia, China. Mientras que en 2005, cuando aún estaba latente el proyecto ALCA, la relación comercial con América latina rondaba en recibir un 45% de las exportaciones del continente y representar el 40% de las importaciones; una década después, las ventas hacia el país del norte cayeron al 33% y las compras al 30% en el 2010. En tanto que China incremento su relación con la región, que pasó de exportarle a AL 9% al 15% y de comprarle el 7,6% al 18%; incluso desplazando a la UE, a pesar que mantiene un nivel del 14% de exportaciones e importaciones hacia Latinoamérica.
La relación con China también está condicionando el desarrollo de la región, con una tendencia de primarización de las economías, donde América latina que había logrado reducir el peso de los bienes primarios en sus exportaciones, del 75% en 1981 hasta alcanzar el 44,2% en 2001, parece repuntar hacia el 53% en 2013, según indica la Cepal. Esta tendencia es un dato de alerta, ante el crecimiento del gigante asiático, que debido a su crecimiento se proyecta a ser la principal economía del mundo, concentrando en la actualidad al mayor número de habitantes, unos mil trescientos millones, casi un 20% del planeta. De hecho, la necesidad de China por alimentos provoca el incremento de demandas de las materias primas del continente, absorbiendo el desplazamiento de la Unión Europea que en su recesión reduce las compras a la región. Por eso, todas las proyecciones indican que China desplazaría a la UE del segundo lugar en la relación comercial con América latina hacia 2020, año en que también la ponen como primera potencia mundial. De hecho, en la actualidad, China ya es el principal socio comercial de Brasil, Chile y Perú.
Este nuevo vínculo explica en parte cómo América latina y el Caribe está surfeando la crisis europea y soporta las políticas monetarias norteamericanas, sencillamente desplazando su relación económica hacia el pacífico. Por eso, además de una relación comercial, China está orientando inversiones de capital a la región, donde en 2012, de los 174 mil M U$S en IED (Inversiones Extranjeras Directas) que recibió ALC, el país asiático aportó 9,2 mil M U$S, el 5,3% del total. A su vez, los países están recibiendo un financiamiento para cubrir sus deudas externas, como Venezuela, que ocupa el primer lugar con 44,5 mil M de U$S, lo siguen Brasil con 12,1 mil M de U$S, Argentina con 11,8 mil M U$S y Ecuador con 9,3 mil M U$S. Cabe señalar que las inversiones y los créditos se orientan al desarrollo de proyectos de extracción y producción, en forma de infraestructura (puertos, rutas, etc) o en materias primas. Todo lo que condiciona un desarrollo autónomo de largo plazo de la región y deberían ser un dato de alerta para discutir esta encrucijada para el futuro de Latinoamérica.
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