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OPINAN
Ricardo Romero
22 de Junio de 2015
Opinión
OTRA VEZ INVIERNO EN EL PT
Pareciera ser que el PT entra nuevamente en un invierno programático, similar a ese momento crítico que sufrió en 2006, durante la crisis de los sobornos en el Parlamento (el mensalão) que se llevó puesta media cúpula del PT.
Esta metáfora intenta sintetizar su recorrido en diferentes estaciones políticas. Desde su surgimiento primaveral en las luchas obreras de finales de la dictadura y la democratización de los ochenta, pasando por el verano político de su crecimiento parlamentario e institucional a lo largo de la década del noventa, y entrando en un otoño programático, cuando se acercó a su primer gobierno nacional y llegó su invierno en 2006.
Tras la crisis, el partido recuperó sus lineamientos e inició una primavera programática que significó un gran cambio para Brasil hasta llegar a la elección de Dilma Rousseff, que lentamente entró en un otoño que parecería recrudecer en invierno. El Congreso nacional realizado el domingo pasado en Salvador, Bahía, mostró un partido que cruje por dentro, pero que se mantiene su eje en garantizar la gobernabilidad y afrontar los condicionamientos que le impone una economía alicaída y una crisis institucional que salpica cada vez más a referentes del PT, incluso al mismo Ignacio Lula da Silva.
Ante esta situación, la mayoría articulada en el PT por el ex presidente fue sostener las alianzas construidas para este período, especialmente con el PMDB, entendiéndolo como un factor clave en la gobernabilidad; incluso, ante las acusaciones sobre corrupción, el PT reacciona acusando también al PSDB, como una defensa que busca evitar una embestida de los tucanos por el gobierno.
Sin embargo, quien estaría más cerca de controlar un proceso de destitución serían sus aliados del PMDB. Y si bien se mantienen declaraciones como impulsar una reforma política y una modificación tributaria, las capacidades se ven lejanas ante un parlamento díscolo que no aceptaría avanzar en esos cambios.
Encima, la economía brasileña sigue en su letargo y no logra recuperar el crecimiento, y para colmo de males, el desarrollismo ortodoxo, que combinaba política fiscal expansiva con monetaria restrictiva, está siendo remplazado por un ajuste neoclásico de reducción de gasto público que acentuará la retracción económica. Es algo que preocupa al mismo Lula, quien entiende que Dilma intenta salir de la crisis institucional cediendo a políticas de una derecha voraz e insaciable que podría llevarse al mismo gobierno. En definitiva, ¿será capaz el PT de recuperar una primavera?
* Politólogo UBA/UNSAM Observatorio Política Latinoamericana
Esta metáfora intenta sintetizar su recorrido en diferentes estaciones políticas. Desde su surgimiento primaveral en las luchas obreras de finales de la dictadura y la democratización de los ochenta, pasando por el verano político de su crecimiento parlamentario e institucional a lo largo de la década del noventa, y entrando en un otoño programático, cuando se acercó a su primer gobierno nacional y llegó su invierno en 2006.
Tras la crisis, el partido recuperó sus lineamientos e inició una primavera programática que significó un gran cambio para Brasil hasta llegar a la elección de Dilma Rousseff, que lentamente entró en un otoño que parecería recrudecer en invierno. El Congreso nacional realizado el domingo pasado en Salvador, Bahía, mostró un partido que cruje por dentro, pero que se mantiene su eje en garantizar la gobernabilidad y afrontar los condicionamientos que le impone una economía alicaída y una crisis institucional que salpica cada vez más a referentes del PT, incluso al mismo Ignacio Lula da Silva.
Ante esta situación, la mayoría articulada en el PT por el ex presidente fue sostener las alianzas construidas para este período, especialmente con el PMDB, entendiéndolo como un factor clave en la gobernabilidad; incluso, ante las acusaciones sobre corrupción, el PT reacciona acusando también al PSDB, como una defensa que busca evitar una embestida de los tucanos por el gobierno.
Sin embargo, quien estaría más cerca de controlar un proceso de destitución serían sus aliados del PMDB. Y si bien se mantienen declaraciones como impulsar una reforma política y una modificación tributaria, las capacidades se ven lejanas ante un parlamento díscolo que no aceptaría avanzar en esos cambios.
Encima, la economía brasileña sigue en su letargo y no logra recuperar el crecimiento, y para colmo de males, el desarrollismo ortodoxo, que combinaba política fiscal expansiva con monetaria restrictiva, está siendo remplazado por un ajuste neoclásico de reducción de gasto público que acentuará la retracción económica. Es algo que preocupa al mismo Lula, quien entiende que Dilma intenta salir de la crisis institucional cediendo a políticas de una derecha voraz e insaciable que podría llevarse al mismo gobierno. En definitiva, ¿será capaz el PT de recuperar una primavera?
* Politólogo UBA/UNSAM Observatorio Política Latinoamericana
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