Desde hace algún tiempo, el discurso predominante de cierta opinión
pública mundial insiste en presentarnos un relato caótico y crítico de la
política o de la economía venezolana. Básicamente, los mismos giran en torno a
cierto sentido común, o reduccionismo, que se intenta imponer sin detenerse en
las complejidades y características propias del país. Generalmente, esas
simplificaciones redundan en “Venezuela es una dictadura” o “la situación
social y económica son alarmantes” “la libertad de prensa no existe en
Venezuela”, etc.
Tomaremos el caso
de la economía y algunos índices socioeconómicos. En el mes de abril, el Banco
Mundial, publicó la versión 2014 de los Indicadores de Desarrollo Mundial, que
ofrece estadísticas y comparaciones sobre las condiciones de vida en los
diferentes países del mundo. Como es sabido, nadie duda de la rigurosidad ni de
la metodología de este organismo, por lo que, sus informes constituyen una
verdadera fuente de información fiable a la hora de conocer datos claves de los
países. En el mismo, en el caso puntual de Venezuela, la información
proporcionada por esta institución nos brinda un panorama bastante
esclarecedor, donde, para sorpresa de muchos, en algunos casos, los índices
venezolanos superan la media latinoamericana, mayormente en los de índole
social.
Un ejemplo de
este tipo es el caso del PIB (% anual) moneda local a precios constantes.
Mientras que la tasa más baja corresponde a Brasil, con un 0,9%, seguido por
Argentina, con 1,9% Venezuela se ubica con 5,6% al igual que Chile, por encima
de Uruguay con 3,9%.
Otro dato
interesante es el de PBI per cápita (en dólares estadounidenses a precios
actuales) donde el valor más alto corresponde a Chile, con U$s 15 452, seguido
por Uruguay con U$s 14 703 y Venezuela, con U$s 12 729 por encima de Argentina,
con U$s 11 573 y Brasil, con U$s 11 340. Por otro lado, el Banco mundial
utiliza el método Atlas para atenuar el impacto de las fluctuaciones cambiarias
en la comparación de los ingresos nacionales entre países, sobre todo cuando
existen brechas considerables en el tipo de cambio oficial y el paralelo. De
todas formas, con este método, los resultados no ofrecen mayor variación; en el
caso venezolano se ubica en u$s 12 460, superando el ingreso mediano alto de
los países de América Latina y el Caribe.
En el plano
social, los datos son aún más auspiciosos. La tasa de incidencia de la pobreza
ha venido manteniendo una baja sostenida, que se ubica en un 25,4% -cuando el mismo índice se ubicaba en 1998,
previo a la asunción de Chávez, en un 44,07% y en un 32,6% en el año 2008-.
En cuanto a la
esperanza de vida al nacer, la misma se ubica en 74 años, también por sobre la
media latinoamericana.
Claro que estos
datos lejos están de intentar presentar un panorama idílico o apacible.
Venezuela enfrenta desafíos enormes no sólo en lo político, sino también en lo
económico, como la inflación y la escasez de algunos productos de primera
necesidad; a la vez que la dependencia del sector petrolero no ha disminuido
sino que, al contrario, su economía depende en exceso de éste, pero, lo que se
intenta, es matizar el panorama que se presenta en los discursos hegemónicos
que pretenden presentar la situación como resultado de la incapacidad del
gobierno, intentando relativizar los logros alcanzados por el chavismo en
materia social ante la pesada herencia de las políticas neoliberales
implementadas en los noventa. Sin dudas, la Conferencia Económica por la paz
que está implementando el presidente Nicolás Maduro puede presentar una gran oportunidad
en este sentido.
Por Natalia Nuñez
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