Una crítica a: “El Populismo, entre la Ruptura y la Integración ” de
Gerardo Aboy Carlés.
El error más importante en la interpretación del populismo es considerarlo como algo ajeno a un marco mayor y mucho más claro el posmarxismo. Considerar que la causa es la consecuencia, la idea misma del “verdadero país” como una causa que modificaría milagrosamente sobre la realidad social es un error clave que no busca entender qué es lo que llevó a la crisis de representación inmediatamente anterior. Aboy Carlés se centra en un análisis que quiere hacer una suerte de análisis del fenómeno populista. Gran parte de sus observaciones valen la pena ser consideradas porque su acercamiento es original frente a la división populismo anti-populismo. No obstante a la hora de la verdad, no se decide por una postura clara, no sabe qué es lo esencial del populismo en su fase actual cuando lo quiere discutir intelectualmente. El resultado es una fuga por cuestiones que no son propias de los esfuerzos que tuvo Laclau a la hora de construir su teoría en la razón populista. Este artículo busca explotar al máximo la premisa de Aboy Carlés como la crítica genuina que hace del sistema representativo por omisión y negación a ver la potencialidad de ciertas pautas marxistas para el análisis.
El error más importante en la interpretación del populismo es considerarlo como algo ajeno a un marco mayor y mucho más claro el posmarxismo. Considerar que la causa es la consecuencia, la idea misma del “verdadero país” como una causa que modificaría milagrosamente sobre la realidad social es un error clave que no busca entender qué es lo que llevó a la crisis de representación inmediatamente anterior. Aboy Carlés se centra en un análisis que quiere hacer una suerte de análisis del fenómeno populista. Gran parte de sus observaciones valen la pena ser consideradas porque su acercamiento es original frente a la división populismo anti-populismo. No obstante a la hora de la verdad, no se decide por una postura clara, no sabe qué es lo esencial del populismo en su fase actual cuando lo quiere discutir intelectualmente. El resultado es una fuga por cuestiones que no son propias de los esfuerzos que tuvo Laclau a la hora de construir su teoría en la razón populista. Este artículo busca explotar al máximo la premisa de Aboy Carlés como la crítica genuina que hace del sistema representativo por omisión y negación a ver la potencialidad de ciertas pautas marxistas para el análisis.
1-
El error
de la “síntesis” de las corrientes populistas:
Un fenómeno como el populismo, le vale la misma forma de
hacer una lectura hermenéutica que le puede valer a cuestiones como la República o el Estado,
la simplificación a definirlo como un “fenómeno” es por lo menos reduccionista
cuand no torpe. A esto simplemente hay que sumar, que mientras que Laclau si
crea por su alto grado de generalidad una consideración del populismo altamente
formalista y “universal” lo que hace que su productividad histórica sea muy
baja por su potencial a la hora de analizar la plasticidad del proceso político
sea amplia, Aboy Carlés pretende simplemente eliminarla.
Comencemos entonces por decir, que la suma de los autores
elegidos para pensar el populismo es por lo menos mala. Primero, olvida un
punto de referencia fundamental este se trata de una cierta necesidad de
considerar que la tradición anti-populista asocia al populismo con el fascismo
por la relación que este tiene con la oposición. Este tema Aboy Carlés lo trata
pero no lo ve como el eje del debate entre liberales y populistas, porque hay
anti-populistas marxistas que no pensarían así, no es que simplemente hay
antipopulistas. Este es un error capital, el antiperonismo, no es como el
antichavismo, la lógica del gobierno de Cárdenas y el poder del PRI uno de los
casos que tomó como ejemplo para salir del “provincialismo” peronista olvida
básicamente que es el PRI, el PRI fue y hasta lo reconoce un teórico como
Giovani Sartori un partido predominante. En este sentido podemos ya saber desde
el principio que el peronismo y el cardenismo poca comparación tienen si
olvidamos de que contexto parten, la “Revolución Peronista” y la “Revolución
Mexicana” tiene en sí misma una diferencia inconmensurable, si a esto
agregamos el “Socialismo del siglo XXI” las diferencias crecen en forma
exponencial, incluso cuando se excluye al Movimiento 26 de Julio en Cuba, ¿Por
qué no incluirlo? Se acepta que lo que se considera como populismo es antes que
nada bonapartismo, un Estado que arbitra diferencias sociales. Fidel Castro
habría suprimido toda oposición y por lo tanto la idea bonapartista se esfuma,
esto es lo que hace que la génesis del populismo no se pueda dar en el caso
Cubano. Esto no es un tema menor, primero porque gran parte de los
anti-populistas en la cuestión económica poco les importa el problema de la
representación sino que analizan el gasto estatal y lo que consideran una
pésima estrategia de industrialización o de administración de la renta
nacional. Por lo tanto, ¿Para qué unir forzosamente a personajes de la escuela
austríaca con los post marxistas o a Gino Germani con Laclau? Básicamente para
pretender un bello y perfecto eclecticismo que la situación no amerita.
Justamente por eso, pareciera que nos quiere remitir a las
ideas contrarias al autoritarismo de Leffort al cual no cita, esto representa
una desviación más. No entender la idea de un poder más poderoso que el
populista que es el totalitario, y especialmente el soviético es parte de una
voluntad de desdibujar el campo de reflexión. Por eso mismo, vale la pena
decir, primero que se trata de un acercamiento original pero peca de sumar
cuestiones que no tienen relación. Sí es superador de las versiones críticas
del populismo como el anti-populismo sin bases como defensa limitada y sin
demasiado fondo ideológico de la institucionalidad. No es suficiente para
terminar de definir el populismo desde el punto de vista de cómo se ha hecho la
analogía de esta “Forma política”.
2- El
problema de la reducción al papel de los oprimidos y no de las clases
dominantes.
Justamente cuando tomamos la base y el punto de partida de
toda la argumentación podemos ver que hay un error muy grande. Este error,
tiene que ver con ideas que siempre se pretender científicas porque han sido
enunciadas pretendidamente desde un saber académico, ¿Por qué Aboy Carlés
pretende que el populismo es un proceso autoconsciente? Primero porque tiene
una idea del populismo con una teoría que pretende “adueñarse” del poder “utilizando”
a cierto sector excluido de la sociedad. No sabe si esto en realidad moviliza
realmente a estos sectores, o sirve de excusa a la movilización de la pequeña
burguesía. Es decir no ve al populismo como lo que muchos han considerado como
un bonapartismo y un “transformismo”, es decir como un “cambio
en el discurso” mero cambio en la definición de nación que puede ser
tan fallido como los relatos anteriores producidos desde el Estado. Esto es
importante, podemos decir, ¿Se buscó aprovechar un sujeto en disponibilidad o
se trato de crear un sujeto político nuevo? ¿Quién se transformó antes los
intelectuales o las masas? en este sentido hay una brecha poco visitada, en el
peronismo es un muya clara, el yrigoyenismo tiene una base, de partida bien
distinta de la que podría tener el chavismo. Porque gracias al yrigoyenismo hay
peronismo, al menos desde el punto de vista de los intelectuales como Jauretche
que una y otra vez esperan la llegad del líder.
El problema de Aboy Carlés es la ausencia de comparación
exhaustiva de los distintos referentes intelectuales de los populismos. Sobre
todo en cada época histórica, por eso mismo en este olvido, como las clases
dominantes definen qué es la pobreza, qué es el estado, y qué es la nación. No
se trata de ideas abstractas, hay una definición clara de qué es el populismo,
y qué es el pueblo. Podemos saber que cada historia particular redefine el
pueblo en un sentido distinto porque es necesidad de la clase dominante dar
coherencia a su discurso, o al menos intentarlo. Si el discurso peronista no
hubiera sido capaz de interpelar a la sociedad para bien o para mal, para
decirles a dos personas por fuera del sistema que eran iguales, no habría
existido la posibilidad de la identidad peronista cuando esta hubiese abandonado
el poder. Por eso mismo, los intelectuales como Scalibrini Ortiz y Jauretche
definen al pueblo, y Perón simplemente lo adjetiva, lo hace peronista. Lo que
Aboy Carlés no considera es a) el peso del antiliberalismo en Perón y en gran
parte de la burguesía desilusionada con la década infame. b) lo traumático que
fue para la pequeña burguesía la llegada de los otros, Borges en este sentido
es fundamental en obras como: “La fiesta del Monstruo” y Cortazar
en “Casa
Tomada” la no aceptación por parte de la alta cultura del peronismo fue
muy importante para hacer del pueblo, un pueblo en disputa con un grupo
minoritario que se veía a si mismo como tal. En este sentido, la definición del
país sumergido en el caso de Perú, la idea del indígena y no considerar por
ejemplo como trata esta cuestión Mariategui es una forma importante de evadir
el problema. Ni el anti-Imperialismo, ni el populismo como la definición del
pueblo pueden ser definidas sin antes ver la frustración previa de las
burguesías y pequeñas burguesías locales.
En este sentido, la cultura obrera, y la represión estatal,
la forma de la clase, su maduración y el plano esencial de la negociación en el
caso peronista, es distinta que en el caso de Cárdenas, y es distinta en el
caso de Yrigoyen, la maduración de la clase obrera, como parte de la producción
nacional es importante a la hora de pensar la división política, y el poder del
sindicalismo como poder indirecto. En este sentido se puede ver esto en la
lectura que hace Carl Schmitt en “Catolicismo y forma política”, discutir
profundamente esto es fundamental, cuando se amplia la organización del trabajo
por parte del Estado su captura en la cima se puede ir hacia la totalidad de la
sociedad en una forma que el resto de los discursos no pueden, ¿Será por esto
que Schmitt hace la división entre la forma de calcular propiamente económica y
la racionalidad que se da en torno a la representación? La respuesta es sí, la
respuesta es una consideración del grado, Schmitt podría disputar
tranquilamente estas definiciones de pueblo, el caso peronista es el caso de un
Estado corporativo, por esto, la clase obrera se convierte en pueblo peronista.
En otros casos como el de Haya de la
Torre , Cárdenas, hay otros eventos que hacen de disparador,
esto se entiende cuando vamos al mito fundamente peronista, el “17
de Octubre” este funda al sello del peronismo, la mayoría compacta
frente a la “minoría” no se trata de algo numérico. La burguesía, puede no
pertenecer a la gran masa del peronismo puede relacionarse con ella a través
del Estado. Con Cárdenas esto ocurre con la nacionalización del petróleo.
Yrigoyen consigue esto con simplemente ser electo en 1916, no hay que especular
en creaciones literarias, muy posteriores de educación sentimental no se trato
de simples creaciones que alteraron la mentalidad sino más bien de crisis
bastante importantes como la de 1929 y la Segunda Guerra Mundial las que
hicieron del populismo lo que muchos han sintetizado varias veces como parte de
la historia nacional del modelo ISI. Un modelo que entendería Schmitt que
realiza la burguesía, pero que en el momento de la crisis de su dominio termina
buscando a un nuevo poder, un nuevo elector, un nuevo líder y que aunque este
no sea de su “agrado” es Perón, en el caso del PRI, la unidad nacional y la
posibilidad de re-organizar el país en torno al capitalismo moderno, truncado
la crisis campesina, la Reforma Agraria
la gran promesa del PRI es el hecho que Aboy Carlés, ha tomado como la
restricción clara entre “la inclusión/exclusión”, sobre esto queda claro que la
idea clásica del marxismo presente en Rosa Luxemburgo es más clara, “Reforma
o Revolución” , con todo la idea misma de Revolución puede ser una
enunciación burguesa o en términos claramente estalinistas el “momento
democrático burgués” o en otras formas de planteo de la crisis del desarrollo
del capitalismo en los países con sus particularidades.
Nuevamente Aboy Carlés en pos de su argumentación asesina al
ídolo, ¿Cómo se puede llegar a ignorar que el enunciado del sujeto es el principal
propósito de la identidad? Haya o no haya registro de ese discurso. Por eso
mismo, cuando se consideran eventos posteriores como “La resistencia
peronista”, “Monteros”, y otros, depende el caso y el papel del partido, y si
el régimen es expulsado del poder queda todo subsumido a la idea de que se
inventa una patria verdadera, y que la patria verdadera es una unidad de
análisis. Esto es un error, no es una simple definición de patria verdadera o
falsa lo que desarrolla el dispositivo en la crítica a la hegemonía, sino como
Gramsci entiende e incluso Laclau entiende, la Patria , la única, es en sí
misma definida como la carencia, “Patria Sí, Colonia No.”, se
presupone en pos de una liberación, de una reconciliación o no, porque existe
la posibilidad de superación dialéctica, por ejemplo esto es el caso de la Izquierda Nacional
en Argentina, o de presidentes brasileños como Goulart, no son “Populismos”
por excelencia pero parte de la experiencia histórica del populismo. Justamente
por eso, la “Imagen” verdadera del populismo es la forma discursiva y táctica
de mostrar el papel de grupos particulares, en este sentido Aboy Carlés olvida
simples slogans como: “Alpargatas sí, Libros No”, y luego la llegada de los
libros de la mano de Puiggrós, Fermín Chávez, John William Cooke, Perón mismo
en “La
hora de los Pueblos” y muchos otros. El pueblo peronista en los 60´-70´
tenía una densidad sociológica, histórica y política que no tuvo en el 1945 por
el desprecio parte de la clase dominante que no le ponía el mote de peronista,
y por el hecho de que la democracia y el sistema productivo en Argentina al
cambiar inexorablemente altero las alianzas de clase inexorablemente y esto se
puede ver en la exigua representación sindical que tienen populismos como el
chavismo, el kirchnerismo y otros en el congreso con diputados sindicales, lo
cual asume burocracias sindicales, cómplices en la explotación del trabajador y
férreo control policial y para policial, ¿Dónde estarían las masas libres? Pero
esto es lo de menos, podemos decir, que la marginalidad post neoliberalismo hoy
tiene un tratamiento tan distinto mediante el asistencialismo, valor a ultranza
de la burguesía liberal o progresista que no es necesario la idealización de la
pobreza por sí misma y la idea de redención. Esto cambia la presencia de
intelectuales que se preocupan más por el Estado, la democracia, y la
permanencia en la “gestión” que en la encarnación de un pueblo. El intelectual
que no toma el Estado sino como conjuntos de consejeros de príncipe exiguos, iluminadores
de la Opinión Pública ,
moralistas no pueden creer la imagen de un sujeto específico en clave de
dominación absoluta porque sino estarían fundando un conflicto político
irresoluble. El “Soviet” y el “Pueblo” en el sentido de Schmitt
dejarían por fuera todo romanticismo, no se trata de describir al pueblo sino
de demostrarlo, como en el caso del Soviet con la clase obrera luego de la
burocratización, su presencia en acto, y no posibilidad pone en la cabeza del
Estado al que define por adelantado y dispone el rumbo.
En este sentido la elección electoral tanto en el caso del
peronismo, como del chavismo en su forma empírica, puede servir como análisis,
a posteriori, pero olvida que la lógica plebiscitaria es aumentar
exponencialmente el poder de una mayoría por más pequeña que sea. El populismo
no es la democracia liberal, y cuando lo es, tiene que ser el proyecto hacia la
“democracia radical” así lo entiende Laclau, aunque no le interesa definir como
en el caso de Schmitt o Weber bajo que forma se sujetará a esa totalidad, para
eso está en suma la relación libidinal con el líder. En este sentido para el
populismo vale una crítica magistral que Schmitt hace de Marx a favor de
Bakunin, y que vale para Aboy Carlés no se trata de otra cosa que considerar que
el lumpen proletariado, lo despreciado, lo indefinible, como dice Schmitt, la
“canaille” sobre Bakunin, es por sí una fuerza digna de ser tenida en cuenta,
antes los peones de campo, las empleadas domésticas, los obreros, hoy en día
los “villeros”, los pobres, “los piqueteros”, los trabajadores en negro, las
barras bravas, y una suerte de gran mezcla de personas fuera de la buena
sociedad. En México esto estaba fuertemente unido a la cultura del campesino
explotado hasta lo insoportable por los terratenientes. Es más, el odio a la
cultura, a la forma, casi una cuestión “plebeya” es lo que Schmitt vio en forma
obtusa como particularidad del pueblo ruso, justamente por su odio claro a la
idea de clase, y su preferencia por la forma de análisis de la representación
del Soviet o el partido, el cual podría ser definido como un grupo no esencial
de: “Campesinos, Soldados y Trabajadores”, en este sentido la patria verdadera,
nuevamente remitiéndonos a “Catolicismo y su forma Política” queda claro en
forma excelente en el signo que Schmitt ve como anti moderno y que nosotros
podríamos pensar como “populista” como mal proceso de “fragua” de la sociedad
moderna, la Hoz y
el Martillo más que de la sociedad futura sería el signo del pasado imposible
de huir por parte de Rusia, su atraso en su no maduración capitalista. Queda
claro que la idea de un pueblo que se modifica, es lo que Perón y el peronismo
se redefinen en formas que Aboy Carlés ve como polos chatos y casi funcionales
a una dinámica que no le preocupa resolver.
Esto lleva a una dinámica que en el caso del chavismo
llevaría a un callejón sin salidad se trata de evitar, pensar si se trata de
una construcción en torno al antagonismo radical, no hegemónico sino en el
plano de la guerra civil, “Armar o no armar a los obreros” en
el caso del peronismo es decir, bonapartismo o revolución. En el caso del
chavismo las fuerzas armadas bolivarianas, son el “poder neutral” incluso si el
pueblo se equivocase su forma tutelar en última instancia lo resolvería, en
este sentido que las fuerzas armadas sean el verdadero poder neutral, es un
hecho capital de la realidad política y no de la teoría política, Hindenburg
líder militar, Napoleón, Perón, Cárdenas, todos ellos militares, que Constant y
Schmitt hayan querido obviar esto, y que esto sea parte de una forma en que
Marx entendió el bonapartismo, ejemplo trascendental el “Fin de la Guarida Nacional ”, el “Fin de
las Organizaciones especiales-Montoneros”, da un resultado claro, divide al
verdadero líder carismático y populista genuina de quien no puede serlo, Hugo
Chávez Frías, populista verdadero, se pudo sostener con el pueblo, el cual lo
salvó del Golpe del 2002, demuestra su genuina idea de líder popular, supo
reconocer y hacerse reconocer en el pueblo, fue un demagogo útil a la usanza
venezolana en Max Weber en el sentido positivo, cosa que Aboy Carlés no quiere
problematizar ¿Hay un solo sentido para demagogia? En el caso claro de Maduro
hoy en día tal vez el más avanzado “populismo” son las fuerzas armadas las que
mantiene el poder, y el orden y ordenan todo el poder. Chávez tal vez con
ingenio en forma intuitiva como Perón, colocó a Maduro como el Argentino a
Isabel Martínez de Perón, fueron el resto de lo poderes que no se ordenaron en
torno al Estado los que necesitando la figura carismática tal vez habría llevado a la crisis política,
poniendo en duda el “Carisma de Cargo” llevándolo a una inercia que roza lo
patético. No ver la muerte de un populismo como algo digno de admiración hace
que la definición sociológica, la investigación posterior de qué es el pueblo
francés, peronista, chavista, kirchernista o bolivariano, genera la idea de una
necesaria creación anterior. Pero esto justamente el poder nominar están
importante como el poder dirigir, el poder conducir, por eso mismo, “Führer”,
antes del papel de Hitler, el poder personal resurge como la idea del César,
justamente la figura del poder personal que le quita el “Título” al Princeps
(Latín: Príncipe), y que genera títulos a posterior como Kaiser, Tzar, etc.
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