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domingo, 25 de mayo de 2014

Los “Errores” de Aboy Carlés, ideología y consecuencias analíticas, el Populismo:

Una crítica a: “El Populismo, entre la Ruptura y la Integración” de Gerardo Aboy Carlés.

El error más importante en la interpretación del populismo es considerarlo como algo ajeno a un marco mayor y mucho más claro el posmarxismo. Considerar que la causa es la consecuencia, la idea misma del “verdadero país” como una causa que modificaría milagrosamente sobre la realidad social es un error clave que no busca entender qué es lo que llevó a la crisis de representación inmediatamente anterior. Aboy Carlés se centra en un análisis que quiere hacer una suerte de análisis del fenómeno populista. Gran parte de sus observaciones valen la pena ser consideradas porque su acercamiento es original frente a la división populismo anti-populismo. No obstante a la hora de la verdad, no se decide por una postura clara, no sabe qué es lo esencial del populismo en  su fase actual cuando lo quiere discutir intelectualmente. El resultado es una fuga por cuestiones que no son propias de los esfuerzos que tuvo Laclau a la hora de construir su teoría en la razón populista. Este artículo busca explotar al máximo la premisa de Aboy Carlés como la crítica genuina que hace del sistema representativo por omisión y negación a ver la potencialidad de ciertas pautas marxistas para el análisis.

1-      El error de la “síntesis” de las corrientes populistas:

Un fenómeno como el populismo, le vale la misma forma de hacer una lectura hermenéutica que le puede valer a cuestiones como la República o el Estado, la simplificación a definirlo como un “fenómeno” es por lo menos reduccionista cuand no torpe. A esto simplemente hay que sumar, que mientras que Laclau si crea por su alto grado de generalidad una consideración del populismo altamente formalista y “universal” lo que hace que su productividad histórica sea muy baja por su potencial a la hora de analizar la plasticidad del proceso político sea amplia, Aboy Carlés pretende simplemente eliminarla.

Comencemos entonces por decir, que la suma de los autores elegidos para pensar el populismo es por lo menos mala. Primero, olvida un punto de referencia fundamental este se trata de una cierta necesidad de considerar que la tradición anti-populista asocia al populismo con el fascismo por la relación que este tiene con la oposición. Este tema Aboy Carlés lo trata pero no lo ve como el eje del debate entre liberales y populistas, porque hay anti-populistas marxistas que no pensarían así, no es que simplemente hay antipopulistas. Este es un error capital, el antiperonismo, no es como el antichavismo, la lógica del gobierno de Cárdenas y el poder del PRI uno de los casos que tomó como ejemplo para salir del “provincialismo” peronista olvida básicamente que es el PRI, el PRI fue y hasta lo reconoce un teórico como Giovani Sartori un partido predominante. En este sentido podemos ya saber desde el principio que el peronismo y el cardenismo poca comparación tienen si olvidamos de que contexto parten, la “Revolución Peronista” y la “Revolución Mexicana” tiene en sí misma una diferencia inconmensurable, si a esto agregamos el “Socialismo del siglo XXI” las diferencias crecen en forma exponencial, incluso cuando se excluye al Movimiento 26 de Julio en Cuba, ¿Por qué no incluirlo? Se acepta que lo que se considera como populismo es antes que nada bonapartismo, un Estado que arbitra diferencias sociales. Fidel Castro habría suprimido toda oposición y por lo tanto la idea bonapartista se esfuma, esto es lo que hace que la génesis del populismo no se pueda dar en el caso Cubano. Esto no es un tema menor, primero porque gran parte de los anti-populistas en la cuestión económica poco les importa el problema de la representación sino que analizan el gasto estatal y lo que consideran una pésima estrategia de industrialización o de administración de la renta nacional. Por lo tanto, ¿Para qué unir forzosamente a personajes de la escuela austríaca con los post marxistas o a Gino Germani con Laclau? Básicamente para pretender un bello y perfecto eclecticismo que la situación no amerita.

Justamente por eso, pareciera que nos quiere remitir a las ideas contrarias al autoritarismo de Leffort al cual no cita, esto representa una desviación más. No entender la idea de un poder más poderoso que el populista que es el totalitario, y especialmente el soviético es parte de una voluntad de desdibujar el campo de reflexión. Por eso mismo, vale la pena decir, primero que se trata de un acercamiento original pero peca de sumar cuestiones que no tienen relación. Sí es superador de las versiones críticas del populismo como el anti-populismo sin bases como defensa limitada y sin demasiado fondo ideológico de la institucionalidad. No es suficiente para terminar de definir el populismo desde el punto de vista de cómo se ha hecho la analogía de esta “Forma política”.

2-      El problema de la reducción al papel de los oprimidos y no de las clases dominantes.

Justamente cuando tomamos la base y el punto de partida de toda la argumentación podemos ver que hay un error muy grande. Este error, tiene que ver con ideas que siempre se pretender científicas porque han sido enunciadas pretendidamente desde un saber académico, ¿Por qué Aboy Carlés pretende que el populismo es un proceso autoconsciente? Primero porque tiene una idea del populismo con una teoría que pretende “adueñarse” del poder “utilizando” a cierto sector excluido de la sociedad. No sabe si esto en realidad moviliza realmente a estos sectores, o sirve de excusa a la movilización de la pequeña burguesía. Es decir no ve al populismo como lo que muchos han considerado como un bonapartismo y un “transformismo”, es decir como un “cambio en el discurso” mero cambio en la definición de nación que puede ser tan fallido como los relatos anteriores producidos desde el Estado. Esto es importante, podemos decir, ¿Se buscó aprovechar un sujeto en disponibilidad o se trato de crear un sujeto político nuevo? ¿Quién se transformó antes los intelectuales o las masas? en este sentido hay una brecha poco visitada, en el peronismo es un muya clara, el yrigoyenismo tiene una base, de partida bien distinta de la que podría tener el chavismo. Porque gracias al yrigoyenismo hay peronismo, al menos desde el punto de vista de los intelectuales como Jauretche que una y otra vez esperan la llegad del líder.

El problema de Aboy Carlés es la ausencia de comparación exhaustiva de los distintos referentes intelectuales de los populismos. Sobre todo en cada época histórica, por eso mismo en este olvido, como las clases dominantes definen qué es la pobreza, qué es el estado, y qué es la nación. No se trata de ideas abstractas, hay una definición clara de qué es el populismo, y qué es el pueblo. Podemos saber que cada historia particular redefine el pueblo en un sentido distinto porque es necesidad de la clase dominante dar coherencia a su discurso, o al menos intentarlo. Si el discurso peronista no hubiera sido capaz de interpelar a la sociedad para bien o para mal, para decirles a dos personas por fuera del sistema que eran iguales, no habría existido la posibilidad de la identidad peronista cuando esta hubiese abandonado el poder. Por eso mismo, los intelectuales como Scalibrini Ortiz y Jauretche definen al pueblo, y Perón simplemente lo adjetiva, lo hace peronista. Lo que Aboy Carlés no considera es a) el peso del antiliberalismo en Perón y en gran parte de la burguesía desilusionada con la década infame. b) lo traumático que fue para la pequeña burguesía la llegada de los otros, Borges en este sentido es fundamental en obras como: “La fiesta del Monstruo” y Cortazar en “Casa Tomada” la no aceptación por parte de la alta cultura del peronismo fue muy importante para hacer del pueblo, un pueblo en disputa con un grupo minoritario que se veía a si mismo como tal. En este sentido, la definición del país sumergido en el caso de Perú, la idea del indígena y no considerar por ejemplo como trata esta cuestión Mariategui es una forma importante de evadir el problema. Ni el anti-Imperialismo, ni el populismo como la definición del pueblo pueden ser definidas sin antes ver la frustración previa de las burguesías y pequeñas burguesías locales.

En este sentido, la cultura obrera, y la represión estatal, la forma de la clase, su maduración y el plano esencial de la negociación en el caso peronista, es distinta que en el caso de Cárdenas, y es distinta en el caso de Yrigoyen, la maduración de la clase obrera, como parte de la producción nacional es importante a la hora de pensar la división política, y el poder del sindicalismo como poder indirecto. En este sentido se puede ver esto en la lectura que hace Carl Schmitt en “Catolicismo y forma política”, discutir profundamente esto es fundamental, cuando se amplia la organización del trabajo por parte del Estado su captura en la cima se puede ir hacia la totalidad de la sociedad en una forma que el resto de los discursos no pueden, ¿Será por esto que Schmitt hace la división entre la forma de calcular propiamente económica y la racionalidad que se da en torno a la representación? La respuesta es sí, la respuesta es una consideración del grado, Schmitt podría disputar tranquilamente estas definiciones de pueblo, el caso peronista es el caso de un Estado corporativo, por esto, la clase obrera se convierte en pueblo peronista. En otros casos como el de Haya de la Torre, Cárdenas, hay otros eventos que hacen de disparador, esto se entiende cuando vamos al mito fundamente peronista, el “17 de Octubre” este funda al sello del peronismo, la mayoría compacta frente a la “minoría” no se trata de algo numérico. La burguesía, puede no pertenecer a la gran masa del peronismo puede relacionarse con ella a través del Estado. Con Cárdenas esto ocurre con la nacionalización del petróleo. Yrigoyen consigue esto con simplemente ser electo en 1916, no hay que especular en creaciones literarias, muy posteriores de educación sentimental no se trato de simples creaciones que alteraron la mentalidad sino más bien de crisis bastante importantes como la de 1929 y la Segunda Guerra Mundial las que hicieron del populismo lo que muchos han sintetizado varias veces como parte de la historia nacional del modelo ISI. Un modelo que entendería Schmitt que realiza la burguesía, pero que en el momento de la crisis de su dominio termina buscando a un nuevo poder, un nuevo elector, un nuevo líder y que aunque este no sea de su “agrado” es Perón, en el caso del PRI, la unidad nacional y la posibilidad de re-organizar el país en torno al capitalismo moderno, truncado la crisis campesina, la Reforma Agraria la gran promesa del PRI es el hecho que Aboy Carlés, ha tomado como la restricción clara entre “la inclusión/exclusión”, sobre esto queda claro que la idea clásica del marxismo presente en Rosa Luxemburgo es más clara, “Reforma o Revolución” , con todo la idea misma de Revolución puede ser una enunciación burguesa o en términos claramente estalinistas el “momento democrático burgués” o en otras formas de planteo de la crisis del desarrollo del capitalismo en los países con sus particularidades.

Nuevamente Aboy Carlés en pos de su argumentación asesina al ídolo, ¿Cómo se puede llegar a ignorar que el enunciado del sujeto es el principal propósito de la identidad? Haya o no haya registro de ese discurso. Por eso mismo, cuando se consideran eventos posteriores como “La resistencia peronista”, “Monteros”, y otros, depende el caso y el papel del partido, y si el régimen es expulsado del poder queda todo subsumido a la idea de que se inventa una patria verdadera, y que la patria verdadera es una unidad de análisis. Esto es un error, no es una simple definición de patria verdadera o falsa lo que desarrolla el dispositivo en la crítica a la hegemonía, sino como Gramsci entiende e incluso Laclau entiende, la Patria, la única, es en sí misma definida como la carencia, “Patria Sí, Colonia No.”, se presupone en pos de una liberación, de una reconciliación o no, porque existe la posibilidad de superación dialéctica, por ejemplo esto es el caso de la Izquierda Nacional en Argentina, o de presidentes brasileños como Goulart, no son “Populismos” por excelencia pero parte de la experiencia histórica del populismo. Justamente por eso, la “Imagen” verdadera del populismo es la forma discursiva y táctica de mostrar el papel de grupos particulares, en este sentido Aboy Carlés olvida simples slogans como: “Alpargatas sí, Libros No”, y luego la llegada de los libros de la mano de Puiggrós, Fermín Chávez, John William Cooke, Perón mismo en “La hora de los Pueblos” y muchos otros. El pueblo peronista en los 60´-70´ tenía una densidad sociológica, histórica y política que no tuvo en el 1945 por el desprecio parte de la clase dominante que no le ponía el mote de peronista, y por el hecho de que la democracia y el sistema productivo en Argentina al cambiar inexorablemente altero las alianzas de clase inexorablemente y esto se puede ver en la exigua representación sindical que tienen populismos como el chavismo, el kirchnerismo y otros en el congreso con diputados sindicales, lo cual asume burocracias sindicales, cómplices en la explotación del trabajador y férreo control policial y para policial, ¿Dónde estarían las masas libres? Pero esto es lo de menos, podemos decir, que la marginalidad post neoliberalismo hoy tiene un tratamiento tan distinto mediante el asistencialismo, valor a ultranza de la burguesía liberal o progresista que no es necesario la idealización de la pobreza por sí misma y la idea de redención. Esto cambia la presencia de intelectuales que se preocupan más por el Estado, la democracia, y la permanencia en la “gestión” que en la encarnación de un pueblo. El intelectual que no toma el Estado sino como conjuntos de consejeros de príncipe exiguos, iluminadores de la Opinión Pública, moralistas no pueden creer la imagen de un sujeto específico en clave de dominación absoluta porque sino estarían fundando un conflicto político irresoluble. El “Soviet” y el “Pueblo” en el sentido de Schmitt dejarían por fuera todo romanticismo, no se trata de describir al pueblo sino de demostrarlo, como en el caso del Soviet con la clase obrera luego de la burocratización, su presencia en acto, y no posibilidad pone en la cabeza del Estado al que define por adelantado y dispone el rumbo.

En este sentido la elección electoral tanto en el caso del peronismo, como del chavismo en su forma empírica, puede servir como análisis, a posteriori, pero olvida que la lógica plebiscitaria es aumentar exponencialmente el poder de una mayoría por más pequeña que sea. El populismo no es la democracia liberal, y cuando lo es, tiene que ser el proyecto hacia la “democracia radical” así lo entiende Laclau, aunque no le interesa definir como en el caso de Schmitt o Weber bajo que forma se sujetará a esa totalidad, para eso está en suma la relación libidinal con el líder. En este sentido para el populismo vale una crítica magistral que Schmitt hace de Marx a favor de Bakunin, y que vale para Aboy Carlés no se trata de otra cosa que considerar que el lumpen proletariado, lo despreciado, lo indefinible, como dice Schmitt, la “canaille” sobre Bakunin, es por sí una fuerza digna de ser tenida en cuenta, antes los peones de campo, las empleadas domésticas, los obreros, hoy en día los “villeros”, los pobres, “los piqueteros”, los trabajadores en negro, las barras bravas, y una suerte de gran mezcla de personas fuera de la buena sociedad. En México esto estaba fuertemente unido a la cultura del campesino explotado hasta lo insoportable por los terratenientes. Es más, el odio a la cultura, a la forma, casi una cuestión “plebeya” es lo que Schmitt vio en forma obtusa como particularidad del pueblo ruso, justamente por su odio claro a la idea de clase, y su preferencia por la forma de análisis de la representación del Soviet o el partido, el cual podría ser definido como un grupo no esencial de: “Campesinos, Soldados y Trabajadores”, en este sentido la patria verdadera, nuevamente remitiéndonos a “Catolicismo y su forma Política” queda claro en forma excelente en el signo que Schmitt ve como anti moderno y que nosotros podríamos pensar como “populista” como mal proceso de “fragua” de la sociedad moderna, la Hoz y el Martillo más que de la sociedad futura sería el signo del pasado imposible de huir por parte de Rusia, su atraso en su no maduración capitalista. Queda claro que la idea de un pueblo que se modifica, es lo que Perón y el peronismo se redefinen en formas que Aboy Carlés ve como polos chatos y casi funcionales a una dinámica que no le preocupa resolver.


Esto lleva a una dinámica que en el caso del chavismo llevaría a un callejón sin salidad se trata de evitar, pensar si se trata de una construcción en torno al antagonismo radical, no hegemónico sino en el plano de la guerra civil, “Armar o no armar a los obreros” en el caso del peronismo es decir, bonapartismo o revolución. En el caso del chavismo las fuerzas armadas bolivarianas, son el “poder neutral” incluso si el pueblo se equivocase su forma tutelar en última instancia lo resolvería, en este sentido que las fuerzas armadas sean el verdadero poder neutral, es un hecho capital de la realidad política y no de la teoría política, Hindenburg líder militar, Napoleón, Perón, Cárdenas, todos ellos militares, que Constant y Schmitt hayan querido obviar esto, y que esto sea parte de una forma en que Marx entendió el bonapartismo, ejemplo trascendental el “Fin de la Guarida Nacional”, el “Fin de las Organizaciones especiales-Montoneros”, da un resultado claro, divide al verdadero líder carismático y populista genuina de quien no puede serlo, Hugo Chávez Frías, populista verdadero, se pudo sostener con el pueblo, el cual lo salvó del Golpe del 2002, demuestra su genuina idea de líder popular, supo reconocer y hacerse reconocer en el pueblo, fue un demagogo útil a la usanza venezolana en Max Weber en el sentido positivo, cosa que Aboy Carlés no quiere problematizar ¿Hay un solo sentido para demagogia? En el caso claro de Maduro hoy en día tal vez el más avanzado “populismo” son las fuerzas armadas las que mantiene el poder, y el orden y ordenan todo el poder. Chávez tal vez con ingenio en forma intuitiva como Perón, colocó a Maduro como el Argentino a Isabel Martínez de Perón, fueron el resto de lo poderes que no se ordenaron en torno al Estado los que necesitando la figura carismática tal  vez habría llevado a la crisis política, poniendo en duda el “Carisma de Cargo” llevándolo a una inercia que roza lo patético. No ver la muerte de un populismo como algo digno de admiración hace que la definición sociológica, la investigación posterior de qué es el pueblo francés, peronista, chavista, kirchernista o bolivariano, genera la idea de una necesaria creación anterior. Pero esto justamente el poder nominar están importante como el poder dirigir, el poder conducir, por eso mismo, “Führer”, antes del papel de Hitler, el poder personal resurge como la idea del César, justamente la figura del poder personal que le quita el “Título” al Princeps (Latín: Príncipe), y que genera títulos a posterior como Kaiser, Tzar, etc.  

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