La video-política es una de las
afirmaciones caras que hace Sartori cuando confirma que sus ideas en torno a la
democracia tal vez no fraguaban como el consideraba. En este sentido vale
considerar que Sartori como muchos otros, tiende a desconfiar tal vez de la
victoria del Imperio norteamericano sobre la Democracia
norteamericana, es decir lo de lo Real sobre la “ideología”.
Cuando se
considera esto queda claro que, no hay espacio para pensar en una democracia
que se perfecciona infinitamente. Primero porque la democracia no es
exportable, y el modelo de democracia que domina democracia no es demasiado
amable. Por lo que la idea de imperialismo y democracia no se llevan bien. Eso
mismo además tiene un terrible correlato, el “Pan y Circo” de Roma, un Imperio,
el más “grande” de la antigüedad, sin duda, Occidente, hoy vuelto a presentar
por medio del poder norteamericano. Primero de todo debemos pensar, una serie
de cuestiones, la primera de ellas es: a) ¿La sociedad norteamericana es más
democrática hoy de lo que era en los 70´ y 80´? b) ¿Realmente se expandieron
las “democracias en el mundo”? para la mayoría de los politólogos, las dos
serían afirmativas, lo importante es pensar, qué queremos decir. Primero
podemos ver que Obama es una nuestra cabal de ciertas cosas que supuestamente
hacen políticos sudamericanos o del resto del mundo, lo primero recordar el “Yes,
We Can” para luego pasar al “Foward” en este sentido, Estados
Unidos la democracia más grande occidente no tiene planes específicos y bien
cuidados para dar a sus electorados. ¿Cuál sería esta razón? ¿El populismo? NO.
La
respuesta es sencilla la video-política, la video política tiene algo de
comedia, como parte de una gran representación la política son expresiones con
poco sentido. En eso podemos saber que hay en la política actual dos cosas
caras a los candidatos relevantes, decir frases vacías: “Todos queremos que mejore la
educación”, sin aclarar el cómo, u otras frases directamente sexistas o
xenófobas. Pero ¿cuál es la gran diferencia?
Primero debemos decirlo, los presidencialismos latinoamericanos, muchas
veces han sido más burdos en sus formas que los norteamericanos, y sobre todo
no han tenido éxito. Pero incluso así, Nixon, podría haber sido tipificado como
el dictador de la república bananera a no ser que se tratara antes que nada de
Estados Unidos. El ejemplo de Nixon es elocuente, primero por sus enemigos en
los medios dignos de un Correa o un Chávez, aunque claro en otro contexto. Debemos
decir que Nixon era demasiado liberal para “expropiar medios” pero no para
pensar que periodistas, pacifistas y otros grupos eran enemigos del país. No
sería raro pensar en qué mal que sonaría al republicanismo a Nixon el dos veces
presidente de los Estados Unidos. Con todo podemos pensar, ¿No sería demasiado?
Cuando nos damos cuenta que los escándalos en torno a los presidentes y el
poder de Watergate como símbolo, en el cual los “medios habrían tirado al
presidente” por obra y gracia del pueblo, lo cual sería para muchos en Estados
Unidos crudo populismo. Por suerte como sabe Sartori, la video-política no es
el fin de la historia, sino el inicio de la nueva era, la era de Sarah
Palin, Mujica, Putin, e incluso Merkel. Todos ellos personajes, la
idea de una presidencia marcada por el “personaje”, sus actitudes, y casi un
juego cortesano digno de una monarquía, un espacio público bastante burdo,
bastante extraño, pre-revolucionario, parecería ser lo que molesta a Sartori.
Sus miedos forman parte de un realismo bastante crudo, y de la experiencia de
Benito Mussolini. Acá es donde nos debemos pensar una forma bien distinta de
abordar la política en América Latina, el fenómeno de una notoria alienación
tiene incontables figuras, desde Videla en el mundial 78´, Galtieri, Alfonsín,
las dos imágenes de Menem, el rosista y el moderno neoliberal, la de Duhalde
como un oscuro hijo del peronismo hasta el hombre del orden, que sedujo a la
intelectualidad bastarda del liberalismo en una turbia realpolitik, él era el “Piloto
de Tormentas”.
Podemos
estar seguros, que las versiones literarias de los personajes, van de Perón a
Thatcher, y dejan perplejos a muchos. No fue sino la progresión de la radio al
cine, para luego la televisión y la
Internet la que dieron una formidable presencia a los líderes
políticos, e incluso más fuerza que la que tiene el cómicamente negro
experimento actual de Corea del Norte. Esto es lo más importante e incluso
cuando se piensa la épica del cine versus el programa de televisión, y se piensa
en creaciones como “Alo presidente” o las extensas cadenas nacionales en
Argentina, u Obama hablando con los usuarios en las redes sociales, uno se da
cuenta que han alienado hasta el ridículo el sentido dictatorial de la
sobre-exposición mediática. Tal vez se juzgue esta idea de chata, y se han
hecho formidables esfuerzos por darle a la “maldición latinoamericana” una
dosis de exotismo extremo, puede que en este sentido América Latina sea tan
cosmopolita y globalizada como cualquier otra cultura. Esto se sabe desde
siempre, más cuando Perón sería una forma de “fascismo latinoamericano”
y Chávez una forma de “marxismo latinoamericano”. En la
historia de América Latina si hay un país con una épica que no tiene que ver
con novelas, ni con hazañas mitológicas sino que esta fundado en una corta
vida, y en parte sostenido por los medios de comunicación, esa es Cuba. Por eso
los grandes discursos de Fidel Castro fueron un modelo, y lo siguen siendo de
la capacidad de improvisar, y pasar revista a una infinidad de cuestiones. Esta
relación líder-masas, cambia en la forma que cambian los medios de comunicación
y otras variables por lo que las distopía no cuajan en un esquema simple. Los
medios crean la ilusión en la video-política, cualquier cosa bien cubierta puede
ser heroica y cualquier tragedia una cosa menor. Para peor, esto pasa en todo
el mundo, la “Ley Patriota” de Bush, realizada de forma oportunista luego de
una crisis la del 11 de septiembre no tiene nada que envidiar, a la reforma
constitucional chavista desde el punto de vista de sus críticos más feroces, o
la guerra de Irak y la invasión a Afganistán. De hecho el asunto de Bush en
Florida, su affaire con Gore es parte de esa forma de vida de la “democracia
norteamericana” sin sorpresas, como lo serían esencialmente en países como
México, con el PRI o con Argentina y el peronismo. Todo eso se da sobre la
evidencia de que los cambios no se dan en la forma que muchos especulan, sino
como se muestran, tan vacío de sentido esto y tanta mala fe en el camino que el
slogan: “La revolución no será televisada” peca entre irónico y a la
vez ingenuo. En los tiempos de la “video-política” toda revolución vale la pena
televisar, porque las revoluciones son puestas en escena. Incluso la represión
es idealizada. Todo esto forma parte de un lugar donde las masas no se mueven y
si se mueven es para que otro las vea. Hay un delicado equilibrio entre
democracia formal, imperio, y masas. Su punto más brillante son las críticas
ácidas que ocurren en estos sucesos. El “simulacro” es una de las palabras más
ricas, que combinadas con la video-política construyen resultados asombrosos.
¿Qué es la política realmente? Son las largas exposiciones de los primeros
mandatarios, ¿es esto lo que genera consecuencias permanentes? O es la “impersonal”
administración del Estado y las variables que producen sociedad. ¿Por qué
podría haber instituciones monstruosas y a la vez resultar irrelevantes?
Podemos decir, que en este sentido, los diagnósticos son confusos. Claramente
Sartori no un pensador pequeño burgués ansioso hasta el ridículo de aumentar la
democracia, el mismo dice que el “directismo” es una enfermedad, Max Weber ya
daba a entender que un mundo de frías y crueles burocracias, el contacto
carismático del líder hacía lo que hace la televisión distraer de los problemas
del poder y de la conciencia de ese poder. El populismo de Laclau, y de sus
enemigos, el eterno reformismo institucional, la institucionalización hasta del
absurdo, ¿podrían sobrevivir sin la maquinaria televisiva? El agenda setting ha
creado el como si, lo formal y las luchas sociales pueden escapar de la clase
social, cuando el ser y parecer de todos los actores sociales dependen de los
medios de comunicación, incluso en el caso de Sartori, de acuerdo a su
exposición cuando la gente se hace más imbécil. Incluso porque son más
imbéciles, la idea de lo instantáneo y el sobreactuar su papel se torna
esencial.
En este sentido tal vez sea justo decir, su
idea misma de una cultura de la imagen y política de la imagen puede ser un efecto demoledor para la idea de política en
América Latina, el caudillismo en el ser y en el deber ser- por eso mismo el
provincialismo y el cosmopolitismo han generado tantos suplementos narcóticos a
la idea misma de América Latina. Mostrándose como a lo largo de su vida,
Sartori como un pensador que pretende ser severo no quiere andar con medias
tintas en torno a lo que el considera un mal capital.
Desde el
principio ataca lo que considera la verdad, la verdadera cultura y política de
sus enemigos- los falsos demócratas- es decir los no burgueses, los monstruos,
ignorantes, “comunistas”, el lumpen proletariado obtuso de occidente tardío- esta idea bastardeada es la que los enemigos de la
noción de “periodismo militante” han esgrimido frente a la cuasi postración de
lo que sería el difuso intelectual orgánico postmoderno- Sartori si es vale
aclarar un intelectual orgánico y tuvo un gran impacto en la Argentina y América
Latina en los 80´, el “directismo”, esto es que la gente
decide de la manera más veloz y mejor que por lo tanto en suma todos los
políticos no saben y la gente sí sabría lo que está haciendo. En este sentido
Sartori vuelve a la idea de una “democracia de expertos”- la idea de
representante por excelencia- enemiga de la Comuna de París, la primera pregunta que
podemos hacerle es justamente es: ¿Expertos en qué? El fácilmente nos responde.
Expertos en el arte del gobierno, expertos en suma en hacer lo que la gente no
sabe, por preparación y especialización, es decir una “mala noticia” para el
Partido de la Red
y el Partido Pirata, no hay nada que discutir con ellos ( No hay democracia 3.0
posible). Para peor ataca a toda la clase intelectual proletarizada la cual
sería idiota e incapaz, esta es la portavoz de esta terrible democracia
de los idiotas. En este sentido la mayoría de las democracias lo serían
porque la gente es apática e idiota (falsamente universalista y reflexiva),
pero más peligroso es donde las élites también pretenden serlo (mediocres,
corruptas, nepotistas, oligárquicas). Es divertido de pensar, mientras más se
considera en lo que muchos consideran que son los ídolos y los mitos populares
como burdas mentiras, Maradona, Chávez, el Che son igual
de peligrosos, pero sus enemigos si se quiere Cavallo, De la Rúa , Fujimori, lo son
en tanto que simplifican hasta el grado del absurdo. Símbolos que justamente
demuestran lo peor de lo peor.
Es curioso
algunas cuestiones se están demostrando como crudas y candentes en el debate
intelectual. La primera de ellas es evidente, ¿qué ocurre con el electorado?
Mejor idea que la pregunta por la lucha apocalíptica entre populismo e
institucionalismo. Básicamente
para quienes sólo consumen imágenes, dependen de fotos y videos, la política es
algo demasiado estrecho y los problemas que se pueden resolver son escasos. En
este sentido puede ser iluminador la idea desarrollada anteriormente como: ¿Pallywood
en Venezuela?, donde se ponían en duda la gran cantidad de imágenes que
atravesaban el Internet y la realidad en Venezuela. Sobre esta base se han
construido otras, que han preocupado a Occidente. Digamos que Sartori no piensa
en la República Popular
China, para Sartori da igual Berlusconi o Maduro, da igual Menem o Chávez, no
le importa en lo más mínimo porque el factor común sería lo ameba que tiende a
ser la conducta de los votantes ¿ Se informan estos de asuntos de Estado
realmente? ¿Consumen prensa que valga la pena?. Podemos decir sin miedo que
esta idea bien sostenida tiene sus contradictorias consecuencias, la primera de
ellas es: “expectativas irracionales”, una parte importante de lo que
sería la ausencia de información, conocimiento y opinión de millones de
personas sería culpa de ellas, del Mayo del 68, y de la mala pedagogía actual
(que no cree en la autoridad de la
Razón ). Es decir bases endebles para conocer, y la ausencia
de verdades claras.
Es curioso
porque esto suele ser dejado desde el lado del populismo y sí es tomado
fuertemente desde el institucionalismo y desde el punto de vista de la tecnocracia,
poco sirven esquemas abstractos de derechos ganados versus derechos
perdidos. Lo que se pone en juego es la idea misma de un presidente, su
credibilidad, su cordura, su sensatez, su ausencia de demagogia, de apelar a
los sentimentalismos del pueblo, ciudadano, votante, etc. En este sentido los
populismos latinoamericanos han pasado a la historia para el liberalismo como
formas de payasos y palaciegas del poder. Queda decir que esto hace la idea
misma de una serie de mitos, y creencias, sobre todo de la primera producción
periodística y cultural, la cual abonaría en la tara incurable. Sería la
porquería pre-existente que achata las mentes lo que haría que luego la idea de
un pájaro en la cabeza de un presidente fuera creíble. Esta idea iría en contra
directamente contra toda apelación novelada de la realidad política, en contra
de la misma audiencia. En este sentido el género de la telenovela, y el género
del noticiero, no serían muy
distintos del mensaje de un presidente. Esto puede tener consecuencias, de
repente el eclecticismo de un Chávez, o un Kirchner, un Correa son todos
disueltos. Se trata simplemente de oportunismo y opereta, de la imagen de lo
popular, y la cultura de masas mismas. La gente al no tener ideas previas no
discute a las nuevas que aparecen.
Por lo que
gran parte de la política latinoamericana sería una versión de telenovela,
mientras que la política norteamericana y europea apenas si es un poco más
seria. Todo se trata de pensar en las muertes de Hugo Chávez y Néstor Kirchner
por ejemplo, la seriedad o no de todos los discursos de los presidentes
latinoamericanos, frases como la de Mujica: “Esta vieja es peor que el
tuerto” y otras. Sobre esto muchas veces se han creado polémicas
estériles. Queda claro que la idea de la palabra infalible de un presidente o
periodista se devora la política misma. En este sentido madura la idea de una
mera presentación de los temas. Agendas que parecen decir varias veces lo
mismo. Hoy se puede leer: “Massa y Cardoso apuestan a una mayor unión
en el MERCOSUR” mientras que Lula y Kirchner y de Dilma y Cristina
Fernández de Kirchner habrían hecho lo mismo. Curiosamente la gente no se daría
cuenta, no pensaría en estas consecuencias, y habría sido convencida de forma
más o menos simple, y de hecho lo es. Tanto que en Latinoamérica podría
disolverse una parte de lo ocurrió en los últimos 10 años con facilidad, esto
es lo pensado en gran parte por los escépticos de este proceso en general. Una
masa apática e informe sin pensamiento abstracto sólo se deja llevar sedada.
Ante este absurdo, la cultura de la imagen habría triunfado, las élites habrían
triunfado y estaríamos cerca de un mundo feliz sobrepoblados de epsilones.
Lo
importante para Sartori son estos cerebros licuados en sociedades conformistas.
Una sociedad que a su entender se suicida, ya que lo peores llegan al poder.
Esto quiere decir, ¿hay posibilidades de intelectuales en América Latina? En
este sentido, los intelectuales que adornar desde gobierno y oposición la
televisión desde Miami a Tierra del Fuego no serían la solución más bien el
problema. Esta versión despojada de todo valor, sólo expone a todos los males
anteriormente citados, ni siquiera podría responder a una clase, grupo o
interés. Lo a-político y la presión por la democracia irían de la mano para aumentar
lo amorfo de su sentido. En este sentido las utopías locales, no serían más que
la fantasía más kitsch por eso último poco importaría los buenos ojos para con
esta barbarie. ¿Realmente esta se ha movilizado como algunos han querido ver en
pos de la política? Para Sartori como para otros se trata de imágenes laxas y
hasta ridículas, en este lugar la barbarie de la cultura de la imagen se mezcla
y se amalgama con tradiciones muy caras como las del “voto calificado” – no
obstante la clase media sería alcanzada por los mismos huecos mensajes.
En todo
caso nada sobrepasa la sociedad y democracia liberales. La Internet sólo potencia el
opio, pese a los ciber-opositores a los populismos, oposiciones tan planas como
los oficialismos, tratarían de conquistar el poder por fuerza bruta como si se
tratase una religión. En este sentido, se descartan todas las bases, se pasa a
otro plano se abandona lo provincial, exótico y populista. La política
Latinoamericana está atravesada por la estupidez por la desigualdad de ingreso
y de educación versus el acceso a la televisión. Por ejemplo temas como la Ley de Medios en Argentina o
la relación con los medios de Correa serían el súmmum de esta tara local. En
cierto sentido esto puede ser entendido. Jorge Lanata fue significativo esto
cuando dio a entender que la
Radio de los Wichis no importa. Pero en sí mismo Lanata con
el concepto de grieta no sería más que un idiota ilustre, que se podría sumar a
Barone, Rial, o Majul. El drama es otro, ¿dónde están las políticas? La presentación
de lo que es el contenido, su forma de espectáculo sería el problema, CNN y
Telesur, serían en suma la misma cosa. No habría realmente una
ideología que cuestionar en sí misma.
Es muy
interesante este enfoque porque de acuerdo a esta postura, nada se estaría
democratizando, y para peor, nada habría sido democratizado incluso antes de
los procesos populistas. Esta sociedad ya estaría poblada en sí misma por
idiotas, idiotas que podrían creer todos los mitos que Sebrelli pretende
denunciar en el “Olimpo Vacío”. Por lo que, en el fondo Sartori con su teoría
de la democracia, y la verdadera opinión pública la libre de sociedades
democráticas pensaría que la sociedad Latinoamericana es chata, y que su
directismo hace estragos. Bandos estúpidos en peleas no son muy lúcidos, lejos
de Carl Schmitt y la guerra civil, se trata de letargos, violencia,
delincuencia, se trata de trabajadores poco calificados. Toda esta sociedad “descartable”-
recordemos que el capitalismo descarta en cuanto el valor de uso, se consume
post valor de mercado; quiere llevar al poder a sus iguales, es decir, una
terrible “democratización” ya temida por Tocqueville, no ahora de los ambiciosos
y tiranos sino de los imbéciles y pasivos. En este
sentido, Nicolás Maduro sería uno de ellos, también Cristina Fernández de
Kirchner por no tener su título de abogada, Lula da Silva por no tener grandes
estudios, etc., etc., etc. Las elites pueden estar bien seguras en el poder, o
perderlo a mano de infelices que suicidarían la sociedad (populismo totalitario
peor que el de Hitler según palabras de Aguinis sin “ideales”). En este sentido
el derroche
toma una nueva dimensión, y ya no se trata de una patria contra una
anti-patria, sino de capaces contra incapaces. Nuevamente hay un destino, por
una parte un mercado internacional y una sociedad con desafíos técnicos de
gobierno, instituciones que se pueden construir por medio del saber, del otro
imbéciles o salvajes ebrios de ideología.
En
Argentina esto está completamente desdibujado, en Venezuela, su resultado es
ambiguo, en Paraguay incierto, en Chile seguro, y en Brasil cuestionable.
Sergio Massa o Daniel Scioli, no parecen en sí mismos personajes de profunda
formación, y su administración no sería más que su experiencia, lo que se
llama “gestión”. La
Argentina no sería reemplazada por expertos más que en el
área de economía, las burocracias idealizadas irían al tacho de basura, y el
paso obligado sería la apertura hacia los capitales del exterior. No se debería
creer demasiado en las políticas de Estado por sí mismas. En Venezuela esto es
llevado a la exageración, tanto que no se trata más que de aliviar, la carga
del Estado sobre la renta petrolera y anclar la desigualdad y no pedir mucho
más al petro estado del mar caribe (lo cual no es muy ambicioso por cierto). En
este sentido la irritación forma parte de la suerte de estas figuras políticas.
Otro ejemplo de ello sería Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires. Otras
figuras del mundo político que tampoco destacan por sus expresiones existen en
toda America Latina. Expresiones racistas, clasistas o románticas pueblan
distintas concepciones políticas y a la vez entierran lo que deberían ser los
cortos debates de la Opinión Pública.
Una “hegemonía sobre idiotas” o su contrario no sería la gran cosa. Esto ha sido el desencanto que va desde Kennedy, el que se preguntaba retóricamente “¿Qué es lo que puede hacer un presidente por su votante sino que puede hacer un votante por su presidente?” a la chatura, ya sin enemigos soviéticos donde el fin del mundo depende de de personas como Obama, Romney o Marco Rubio, en el caso de China, la brutal disciplina, y la inteligencia por el esfuerzo y el trabajo sería un “endemoniado espíritu protestante” (Fe en las obras) aquellos que no disfrutan del todo el ocio, y se manejan en la barbarie, pero que llegado el caso, por su libertad posible serían más altos, la realidad potable de una democracia norteamericana cómoda, y sus necesarias hijas putativas, latinoamericanas, atadas de pies y manos.
Una “hegemonía sobre idiotas” o su contrario no sería la gran cosa. Esto ha sido el desencanto que va desde Kennedy, el que se preguntaba retóricamente “¿Qué es lo que puede hacer un presidente por su votante sino que puede hacer un votante por su presidente?” a la chatura, ya sin enemigos soviéticos donde el fin del mundo depende de de personas como Obama, Romney o Marco Rubio, en el caso de China, la brutal disciplina, y la inteligencia por el esfuerzo y el trabajo sería un “endemoniado espíritu protestante” (Fe en las obras) aquellos que no disfrutan del todo el ocio, y se manejan en la barbarie, pero que llegado el caso, por su libertad posible serían más altos, la realidad potable de una democracia norteamericana cómoda, y sus necesarias hijas putativas, latinoamericanas, atadas de pies y manos.
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