Venezuela y el
destino de su democracia
Ricardo Romero, OPL-Sociales-UBA
@Richardbsas
Ricardo Romero
Sábado 1 de Abril de 2017
Edición 2111
Venezuela
Asamblea Nacional
Maduro
parlamento
A la situación en
Venezuela podemos abordarla de distintas maneras. Periodísticamente, se debe
informar objetivamente que el Tribunal Superior de Justicia (TSJ), en base a
las atribuciones que le da la Constitución Bolivariana de dirimir controversias
entre los órganos del Poder Público, decidió asumir las funciones legislativas,
algo que ha hecho en otras ocasiones, en tanto que la Asamblea Nacional (AN) no
acate la desincorporación de tres diputados de la Mesa de Unidad (MU), partido
que controla el cuerpo parlamentario y acusa de "Golpe de Estado"
(GE) la decisión del tribunal por su hegemonía chavista.
Politológicamente,
cabe señalar que la situación no cuadraría en un GE, porque en esta ocasión no
hay desplazamiento o toma del poder por parte de un grupo, ni en forma violenta
o vulnerando las normas institucionales, como podría ser en un "Golpe Blando".
Tampoco se ubicaría en un "Auto-Golpe", como lo están presentando los
medios, al menos si lo comparamos con los casos de Bordaberry en Uruguay de
1973 o Fujimori en Perú de 1992, sencillamente porque no hay disolución del
W3ático ante una derecha que se apresura por asumir el gobierno y una izquierda
que se resiste a dejarlo usando todo poder a su alcance.
Algunos entendieron
que en Brasil hubo un GE, blando pero golpe al fin, y que el llamado a
elecciones podría ser visto como una vía para reencontrar la democracia, algo
que se podría acelerar con una condena a Michel Temer. Con el mismo
razonamiento, se podría decir que en Venezuela la voluntad popular podría
dirimir esta disputa de poder y sería un desafío para el chavismo sostenerse
democráticamente o saber replegarse para resistir desde la oposición.
Sin embargo, cabe
señalar que éste es el juego que la derecha propone: adelantar las elecciones,
porque quiere plasmar una mayoría que cree tener y no está dispuesta a esperar
a las elecciones presidenciales de 2018, porque podría cambiar el escenario.
Esta estrategia no es
nueva, desde el fallido GE del 11 de abril de 2002, la oposición siempre buscó
el bloqueo y la destitución del chavismo. La diferencia es el contexto
internacional adverso para el gobierno de Maduro, que encuentra pocos aliados,
y que por el contrario es asediado por la presión de instancias como la OEA o
el Mercosur y hasta podría perder la mediación del Papa Francisco que impulsaba
un diálogo para una disputa que no lograría resolverse en el marco
institucional.
En esta encrucijada,
Venezuela juega el destino de su Democracia. «
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