Finalmente, la expresidenta Dilma Rousseff asume la presidenta del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), constituido en el marco de los BRICS (acrónimo de Brasil-Rusia-India-China-Sudáfrica) volviendo al escenario político desde un rol global estratégico en la reinserción brasileña al escenario mundial.
Su principal desafío es salir de la lógica recesiva de los organismos internacionales que fueron creados en los acuerdos de Bretton Woods de 1944, que al estar centrados en el dólar como divisa clave propiciaba la hegemonía de Estados Unidos, especialmente en el bloque capitalista.
Es que el NBD para los países emergentes se convierte en una alternativa de financiación diferente a la propuesta de ajuste del Fondo Monetario Internacional o de reformas estructurales del Banco Mundial.
Ya desde 2011, en la Cumbre del G-20 en Cannes, esa vez como presidenta, Dilma Roussed se posicionó en contra de las políticas de ajuste y propició un viraje en la estrategia de rescate financiero del viejo continente. En esa oportunidad, mientras Estados Unidos y la Unión Europea buscaban que los BRICS aporten a un fondo de estabilización de la eurozona, Dilma impulsaba que los recursos sean volcados a redinamizar las alicaídas economías europeas.
En la misma línea, Dilma Rousseff en su asunción recibió el espaldarazo de Luiz Inácio Lula da Silva, quien sostuvo que el NBD tiene el desafío de tomar un protagonismo como un gran banco del sur global «en la medida en que libera a los países emergentes de la sumisión a las instituciones financieras tradicionales, que quieren gobernarnos», afirmó.
Es que el NBD se establece sin la participación de los países desarrollados y las ataduras que imponen los organismos internacionales de crédito como el Banco Mundial y el FMI, entidad que recibió una crítica directa de Lula por los condicionamientos asfixiantes que intenta imponer a Argentina en estos momentos.
Además del viraje en los criterios financieros para la asignación de fondos, Lula alentó al comercio internacional sin el uso del dólar, impulsando el uso de las monedas locales propias, como el Real y el Yuan.
En definitiva, la crisis de hegemonía de Estados Unidos en la economía global y el nuevo rol de China, especialmente en una articulación de los países del Sur, podría encontrar una dinámica de desarrollo alternativo a la dependencia financiera. De hecho, el PBI de los BRICS ya supera al acumulado del G7 y seguirá en aumento, porque Irán y Arabia Saudita ya pidieron su ingreso formal y se sumarán nuevos países en el futuro.